lunes, 13 de abril de 2020

El principio



Un día cualquiera, todo cambió, sin previo aviso, sin permitir planear nada para asumir el cambio, con la única certeza de estar viviendo este momento como si fuera el último y una energía colectiva de tristeza se sintió casi de manera inmediata en los alrededores, en todos los lugares; y fue así, como si nada, como si no existiera un pasada ni un futuro, se apoderó de mi una sensación, como una pequeña bola de miedo que subía y bajaba de mi estómago hasta mi garganta y sin dejarme dormir, casi sin permitirme respirar.
Lograba cerrar los ojos y dormir con la esperanza de despertar y que ya no estuviera allí.
Siendo consciente que esa bolita tenía el control, me senté una tarde cualquiera a “observar” los sonidos, los colores, los aromas, definitivamente “estaba conectándome” ¿cómo re-conocer qué era lo realmente importante, en este momento de rapidez cambiante?
Con los sonidos y colores de las aves, llegaron algunas risas de aquellos que amo, algunas voces de aliento y mucha necesidad de tener el valor para confrontar aquella bolita, ese miedo que no podría ser más que una solicitud mía de escucharme….era mi “niña interior” que tocaba la puerta de la reconciliación.
Y si, llegó y le permití pasar y aunque suene un poco medio loco y completamente extraño, estoy aprendiendo a escucharla y entre las dos construimos estrategias de supervivencia, planeamos viajes, discursos, trabajos, encuentros, infinidad de deseos, que en minutos pierden validez, muchas veces lloro y ella me consuela haciéndome notar que cada día que pasa desde que nos conocimos, ha sido mejor…….


Adam und Eva
Alberto Durero
Museo del Prado , Madrid
Varios años atrás, tenía sueños que incluían un lugar que me brindara protección y solo en este momento, es que puedo reconocer que estoy en ese lugar, pareciera como si hubiera preparado este sitio para este momento, con mi corazón rodeado de azul y verde, con provisión de alimentos que la tierra me regala, llenos de amor y sanos.
Quisiera que mi familia estuviera acá conmigo, pero parece ser que parte de la protección para este momento histórico, era estar dónde estamos, la tierra me eligió para tenerme aislada encontrando nuestra conexión y la ruta que me llevará a servir a quien lo necesite desde los dones que me han sido entregados, que posiblemente estoy descubriendo en este momento.
Mi niña no se va, ya tenemos un lugar tranquilo donde las dos podemos pasar felices, a veces nostálgicas y a veces de cualquier forma y la mayoría de las veces con las sabias palabras y abrazos de ella.
Es increíble descubrir, que desde el momento que llegué a este lugar, he vivido toda mi vida con mucho más de lo que necesito; es curios como sentir tan cerca la posibilidad de perder todo lo que se ama, es el mayor impulso para querer tenerlo y abrazarlo y cuidarlo, cuando tantas veces se ha tenido cerca y ni una mirada de gratitud se ha brindado.
Sucedió entonces que un día, estaba sentada mirando el cielo azul, sintonizada en la onda de tristeza universal, como esperando que llegara la muerte…fue cuando permití, no sé por qué (posiblemente estoy descubriendo que soy buena compañía), que la niña que vino a visitarme se quedara conmigo y entendí, que aquel momento del final aún no ha llegado, que no era momento de la des-esperanza, que entre todos podemos darnos palabras de aliento, sonreír, conectarnos; entendí que el problema no es morir, el problema es no vivir y acá estamos muchos aún, afrontando con honor lo que nos toca y si,  cómo escribió Baudelaire «¡Es hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, embriagaos; ¡embriagaos sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como os plazca», para elevar la frecuencia 432 grados y sintonizarnos con la felicidad, con los altibajos que esto trae, además.
Acá sigo, esperanzada en que llegue otro día más para abrir mis ojos y sentir si hemos movilizado otra onda,  la de la esperanza y encontrar que esta experiencia individual se ha convertido en la experiencia colectiva más importante del universo.
Finalmente, solo dos palabras: Aceptación y Resiliencia.

Es mi palabra.
LBL
Ap.·.Mas.·.

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