jueves, 18 de agosto de 2022

Convicciones circunstanciales después del Solsticio I

Los objetos cambian de apariencia para aquel que se halla en camino. Entiendo que el recorrido de iniciación es intraducible e inexplicable, que solo puede ser entendido en primera persona porque el secreto al que se inicia no es un conocimiento del misterio en sí; sino la experiencia de la búsqueda de la propia humanidad en sí mismo donde el Yo y no el Ego fragmentado, es lo relevante. Para esto, recorreré en esta plancha el camino de la mano de ideas ya expresadas desde antiguo, meditadas y repensadas por mí. 

Mostraré lo que veo a mis hermanos humanos y no pudiendo decirlo de otra manera porque soy mis ideas. George Martín y Njördur Njardvik, grandes Maestres coinciden en expresar que en la Logia, los objetos simbólicos son como puntos de referencia en un paisaje masónico que no es familiar en el mundo profano. El Ritual es nuestra guía para descubrir nuestro camino en el laberinto misterioso de nuestra realidad interior, que puede ser usada según nuestra voluntad: conciencia, plenitud de ser, alma, palabra suprema. Así, Francmasonería Mixta no es un nuevo culto pero si una filosofía humanista que trabaja sobre el terreno humano y social. La orden masónica mixta internacional Le Droit Humain, propone la paz entre los pueblos de toda la tierra, la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. 

Estos son los preceptos de la Francmasonería Mixta que enseña la Justicia, la Tolerancia y la Solidaridad. ¿Pero cómo llegar a esto? Desde el alba de las civilizaciones, los seres humanos hemos encontrado al observar en el mundo circundante astros que han servido de respuesta anímica a nuestras inquietudes míticas, mágicas, religiosas, filosóficas o científicas. Entre esos astros, han sobresalido por su visibilidad, proximidad y evidentes efectos, reales o imaginarios en nuestra vida material y psicológica: el sol, la luna, el cielo, los astros, el fuego o las constelaciones. En la antigüedad, descubrió la humanidad que estos astros circulaban de manera regular y que su movimiento tenía repercusión en la manera en cómo las cosas se desarrollaban aquí en la tierra: me refiero a las siembras, las cosechas, la subida de las mareas, el clima o hasta en los humores del cuerpo. Por ello o con ello, el hombre creó un dominio particular de saberes y creencias, diseñó rituales y ceremoniales privados, descubrió dogmas y estableció tradiciones dogmáticas; en definitiva construyó un secreto arte hermético que le acercaba ciertas influencias cósmicas de astros como el sol, la luna u otros planetas mediante ritos, ceremonias, imágenes y prácticas que no podían ser públicas en templos. 

De estos astros, quién ocupó un lugar preponderante fue el sol considerado de manera antropomórfica y animista el dios sol, un dios Henoteista (es decir, que existía y compartía su poder con otros dioses mayores y menores) también llamado según las culturas hermanas de la época: Shamash en Babilonia; Suria en la India; Orus, Ra y Amon, Atum-Ra en Egipto; Utu para los Sumerios; Apolo y Helios en Grecia, Febo o Sol Invictus en Roma; Inti para los Incas; Kinich AHau para los Mayas; Xué para nuestros hermanos muiscas; Tonahtiuh o Huitzilopochtli para los mexícas; Lug para los Celtas, Balder para los Vikingos; Saulé para los Bálticos; Adytia o Surya en la India; Amaterasu para los Sintoistas; Kren o Kran para los Selkam de tierra del fuego entre Argentina y Chile; Tamazight o Magec para los antiguos bereberes que habitaron las islas canarias y Tenerife. En estas y cientos de otras muchas civilizaciones y culturas pasadas establecidas desde el Neolítico, el Sol ha sido fuente de calor, luz, vida, energía, esencia del bien, etc; 

Estas consideraciones históricas dieron origen a cultos mistéricos e iniciáticos que veían al Sol actuando por ciclos en la tierra y en la vida; y también como reflejo de la divinidad viviente pero en el mundo material; diferenciándolo de otros ciclos establecidos por el hombre mediante la economía, la política y la cultura. Así, el ser humano ha adorado a la naturaleza y sus agentes internos y externos como dioses; convirtiendo esta adoración en fuente de todos los sistemas teológicos, en una religión universal que es la expresión de las mismas verdades arquetípicas pero vestida con diferentes ropas.
Sembrador a la puesta del sol
Vincent Van Gogh
 Kröller-Müller museum



Se entendió entonces que el Sol, el mismo dios con diferentes nombres, establecía ciclos naturales de verano o invierno a partir de los cuales la tierra daba sus frutos y la vida florecía o la misma tierra madre, se silenciaba para fermentar la semilla. En este sentido se fue asociando con eventos que beneficiaban al ser humano como la agricultura, la navegación, el dinero o la circularidad del tiempo. Por ello, también se relacionó al Sol con la esencia del bien, la regeneración o la transmutación de la vida por el fuego en cada uno de los momentos cuando cambiaban sus periodos estacionales, también llamados “puertas solsticiales” ya que indicaban salidas de tiempos y nuevos destinos para los hombres y la tierra. 

El dios Sol, fuerza y principio de vida, fuego eterno que brilla en los cielos, es visto entonces como un “alma inteligente” que se distribuye por todas partes del cosmos siendo la fuente de la vida del hombre y la fuerza que anima toda la materia. Así, meditado este fenómeno vital, esta alma distribuida en una gran variedad de cuerpos organizados es la inteligencia distribuida del mundo, de la sustancia divina a través de la cual la energía se manifiesta; razón por la cual se le convierte en objeto de culto mediante fiestas religiosas y espirituales. 

En estas ceremonias rituales se le desveló y adoró junto a otras deidades mediante símbolos, metempsicosis y palabras. Estos cultos solsticiales celebrados anual, semestral o trimestralmente según el recorrido en 12 meses, palacios o signos zodiacales al dios Sol y los dioses particulares, divinidades intermedias o planetas astrales, indujo a ver al Verano como una puerta de entrada al infierno o a la vida de los hombres y al invierno como la puerta también de acceso a su contrario y complemento, puertas que han sido conocidas culturalmente como la fiesta del solsticio; la edad de oro de Kronia o Kronos o Vestalia en honor a la Diosa Vesta o Tierra y a las vírgenes Vestales; la Rosa Blanca Rosacruz; el festival de Midsommar del comienzo de la vida plena; la evocación Janí dios de la fertilidad y la suerte; el Astrofest o celebración de los astros y la primavera; el Inti Raymi o regreso del Sol; el recibimiento de San Juan el bautista; el círculo de Stonehenge; el anuncio de San Juan el Evangelista; las velas escarlatas Scarlet Sails ; el paso de Giza; el baño de sol de Chichén Itzá; la luz del gran Jaguar o Tikal o el paso del dios de las dos caras por las puertas solsticiales, Jano. 

Estas celebraciones llamadas todas solsticiales, consagran y conmemoran la primavera de la vida, la fuerza alquímica redentora del Espíritu universal o la fiesta de Jesús el Cristo enseñan que se nace en cada invierno, se desarrolla y crece en cada primavera, y se alcanza la plenitud en cada Verano; un ciclo en el que se toma la gran iniciativa y la dirección absoluta de la vida. Esta alegoría solsticial se fundada en la historia de Hiram Abiff, arquitecto del mito solar y guía de la evolución del alma humana. El mito de Abiff, es visto desde afuera por muchos como una exposición pintoresca de una realidad, pero no deja de contener una verdad que solo puede ser interpretada por iniciados, es decir por aprendices virtuosos bajo la tutela de un Maestro del misterio. 

Este contiene realidades no accesibles por la razón de los antiguos misterios ocultos y secretos del espíritu universal: el logos eterno, el dios sol, el Cristo, el Iniciado, el Héroe, dl Arquitecto, el principio oculto tras la leyenda, la alegoría y el mito que son en nuestra perspectiva masónica la memoria de las diferentes tendencias filosóficas y religiosas de la humanidad. De esta forma, la leyenda solsticial se transmitió con ceremonias de iniciación simbólicas en la antigüedad y se fueron creando secretos ocultos que con el tiempo fueron conocidos con el nombre de misterios. Estos existían al margen de la adoración popular que se nutría de letra muerta y de las vacías formas de las ceremonias esotéricas celebradas por no iniciados. Así, esta sabiduría antigua ha sobrevivido al paso del tiempo, los misterios se representaban bajo la dirección de los grandes Iniciados dirigidos por los Epoptai o dioses encarnados, reyes o avatares divinos que comunicaban toda la sabiduría simbólicamente, dando forma así a una ciencia sagrada que contenía los secretos de construcción del universo y de la finalidad de la vida humana, de la naturaleza de todas las cosas tal y como son en sí. Así lo enseñaba el Hierofante que conocía los misterios solsticiales de Eleusis porque los heredó del primer Logos, del primer Arché, la primera Phisys conocida.

Es mi palabra 

JAMM

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