En esta ocasión me corresponde
abordar un tema que no solo es simbólico, sino representativo del secreto que
todo iniciado en la masonería se compromete a cumplir: El silencio del Apr;:,
miremos algunas definiciones:
Silencio: ausencia total de
sonido. Privación voluntaria de hablar.
Secreto: (del latín
secretum). Lo que se tiene reservado y oculto / reserva, sigilo.
El diccionario Masónico
define signo como: 1. “El que representa alguna cosa distinta de si y, 2. Uno
de los medios más poderosos que tienen los Francmasones para reconocerse entre
sí y, también para acreditar el grado que poseen, sean del Rito que fueren”:
El Signo del Apr:. inicia su
ejecución con la posición “Al Orden”, esta postura gutural interpreta una
disposición al Silencio, entendiéndose
por silencio la sujeción de las pasiones del corazón, permitiendo a la razón
tomar el tiempo necesario para analizar y meditar antes de tomar una postura
con respecto a cualquier situación de la vida.
El siguiente movimiento que
se ejecuta, “se interpreta como el castigo que preferirá el Apr:. de Masón
antes de revelar los secretos que se le han confiado”, más que un castigo este
gesto representa un elemento de rectitud el cual debe guiar los pasos del
masón, para que pueda dirigir y controlar su destino; debiendo proceder siempre
con rectitud reflexiva para merecer la aprobación de su conciencia en el camino
hacia la virtud. Por consiguiente toda persona que se inicia en la masonería
emprende una marcha que lo conducirá a un solo fin: el de buscar su
perfeccionamiento individual.
No es la Masonería la única
a quien ha interesado el tema. Así por
ejemplo los aprendices de las escuelas pitagóricas eran llamados “los
acústicos”, ya que estos debían limitarse a guardar silencio y discreción durante
su aprendizaje. También la escuela hermética (escuela egipcia) practicaban esta
virtud: secreto y discreción eran unas de sus características pedagógicas. El
filósofo, sacerdote y legislador egipcio Hermes Trimegisto decía a sus
discípulos “La verdadera sabiduría está en la meditación y el silencio”.
Pero el deber de secreto
debe entenderse no como una limitación, sino más bien como una expresión del
hombre pensante, solo abstrayéndose del ruidoso mundo material podremos
escuchar a nuestro espíritu. Es absolutamente necesario contar con la
tranquilidad que da el silencio para abstraernos a la meditación y
contemplación de cualquier ciencia o doctrina.
Es en este sentido que los
filósofos griegos hacían alusión a que el ocio era el primer elemento para
abocarse al estudio de las verdades abstractas; pero no entendían el ocio como
un tiempo de descanso en donde nada se hace, sino que entendían por tal el
tiempo en que el hombre sabio se despreocupa de lo temporal y se entrega a la
contemplación y especulación, y se aboca al descubrimiento de aquello que trasciende.
Secreto y silencio entonces están íntimamente relacionados y son
manifestaciones de nuestro carácter de hombres libres.
Para los masones el uso de
la palabra es un hecho de trascendencia, la palabra no solo es respetada sino
venerada. Cuando comienzan los trabajos y el V.M. declara : “silencio en Logia
mis hermanos”, es la obligación de cada masón mantener el silencio hasta que,
con la autorización correspondiente, se le otorgue el uso de la palabra.
Este riguroso sistema que
tiene por finalidad acostumbrar al masón a reflexionar antes de hacer uso de la
palabra y, al mismo tiempo, acostumbrarlo a que cuando tiene la palabra debe
ser preciso en expresar lo que quiere decir, porque probablemente ya no tendrá
oportunidad de replicar nuevamente sobre el tema en cuestión, está basado en el
principio de que la palabra es un eje de unidad, elemento fundamental en la
construcción del templo social y en la construcción de un mundo más igual, o
sea mejor.
Este sistema permite y
obliga a los masones a escuchar con paciencia y tolerancia a quien tiene el uso
de la palabra y así asegurar mejor la comprensión de lo que dice, elemento
importante para evitar que se pueda tergiversar una idea. Pero obliga además a
no cometer el error de desperdiciar la palabra y, a no faltar a la palabra, que
es como decir que no se puede faltar a los principios ni traicionar su propia
palabra.
Este sistema, al Apr:. que
recién ingresa a la masonería le puede parecer extraño y hasta superfluo, pero
enseña al masón a ser más tolerante. El Apr:.
masón aprende a escuchar, a ser más preciso en sus términos, actitudes
que con la práctica dentro de los muros del templo, se espera que finalmente la
aplique en su vida cotidiana. El masón como individuo, debe actuar en la
sociedad a la que pertenece fuera de los límites del templo defendiendo sus
propios principios e ideas, pero siempre practicando los principios éticos
masónicos.
El silencio y la compostura
que deben imperar siempre en todos los actos y reuniones Masónicos, deben
observarlo escrupulosamente los Francmasones en todo tiempo, ya sea en el seno
de las Logias, ya sea en medio de la sociedad profana; y tienen el deber de
observarlo escrupulosamente en todas las ocasiones, no porque lo prescriban los
reglamentos de las Logias, sino porque lo exige así la buena educación y lo
aconsejan las conveniencias. Todos los escritores masónicos lo recomiendan como
necesario al orden y seriedad a que se debe la gran diferencia que existe entre
las reuniones Masónicas y las profanas. El silencio así practicado, se eleva al
rango de virtud, gracias a lo cual, se corrigen muchos defectos por lo mismo
que se aprende a ser prudente e indulgente con las faltas que se observan. Por
eso la Francmasonería lo simboliza con la trulla (paleta), con la cual debemos
extender en silencio una capa sobre los defectos de nuestros semejantes, así
como lo hace el masón, para cubrir los de un edificio.
A mis HH Apr.: les digo:
entiendo que el compromiso de una persona con algo o con alguien tiene
múltiples connotaciones e impactos consigo mismo, con su entorno y con la
sociedad. Si a esto añadimos el hecho de formar parte de la fraternidad
Masónica, el COMPROMISO debe escribirse en mayúsculas. Desde que eres iniciado,
desde el mismo instante en que haces el primer juramento, o cuando se te cae la
venda y ves frente a ti a los HH:. Y HHnas:., se produce un cambio radical en
uno mismo: hay un antes y un después en cada uno de nosotros. Y este después,
es desde ese instante, el inicio de una nueva vida para vivirla como masón, con
todo lo que ello significa y con todo lo que ello implica. Para empezar, ser un
eslabón más en la cadena de unión o dicho de otra manera, unirse a otras piezas
más en la construcción de la Humanidad.
Cada masón en un momento de
su vida fue un profano, ajeno a los misterios y enseñanzas de la Masonería, es
importante destacar aquí que nosotros fuimos hechos masones, si bien es cierto
que la Orden vio en nosotros cualidades que de acuerdo a su proceso de
selección de candidatos nos calificaba para unirnos a sus filas, nosotros
reconocimos que estábamos en tinieblas y deseábamos la Luz.
Sea nuestro actuar entonces
la demostración de respeto a uno de los primeros deberes del Apr:. Masón,
tenemos el deber de ser fieles al secreto y misterio gradualmente develado,
dejemos que nuestra boca calle, que nuestra mente piense y que nuestro actuar a
diario sea el mejor reflejo para que aquel que sabe, nos pueda identificar como
masones; o mejor dicho para que mis HH:. me puedan reconocer como tal. Durante
un año o más el silencio será nuestro compañero y la guía que nos permitirá
alcanzar el máximo nivel en este período.
No quiere decir lo anterior
que sea fácil, pero si lo asumimos con la conciencia y absoluta certidumbre de
que esta fraternidad a la que fuimos invitados y escogidos nos protege, y vemos
este período no como un impedimento, sino como la gran oportunidad de
aprendizaje que es, podemos notar también la sombrilla de protección con que
nos cubre la imposición del silencio.
Como decía George Clemenceau
“manejar el silencio es más difícil que
manejar la palabra” y esto lo viví muy especialmente en nuestra tenida anterior
en esta misma locación de nuestra V.M., en la que se nos hizo una dispensa
especial para que los Apr:. pudiéramos hablar y expresar nuestras impresiones
sobre las planchas que se leyeron ese día y me auto impuse el silencio como
disciplina personal y siendo consecuente con toda la investigación que ya venía
realizando para este trabajo de hoy.
Debo reconocer que ha sido
el silencio más difícil de estos meses de aprendizaje, no solo la calidad de
unas planchas que nos iluminaron, sino los aportes de los demás HH:..
Posteriormente reflexioné sobre si esa dificultad para manejar mi silencio se
debía a que la excelente calidad de las planchas era lo que me producía un
estallido interior que parecía no poder contener, y si bien en parte es cierto,
también debo reconocer que es tan difícil dejar de oírnos…
Qué es dejar de oírnos?
Permitir que las palabras externas penetren toda nuestra atención y nuestros
pensamientos, no responder e interpelar mentalmente lo que nuestro interlocutor
dice y dedicarnos verdaderamente a escuchar, a interiorizar las palabras que
oigo, no desde mi propia experiencia sino desde la experiencia que me están
narrando. Finalmente logré superar mi yo, mi ego, mi afán de emitir una opinión
“inteligente” y permitir que otros brillaran y me iluminaran con la luz de sus
reflexiones y debo confesar que ha sido una de mis mayores satisfacciones desde
que fui acogida en esta fraternidad.
Las palabras son a veces
como imágenes escondidas en la memoria. La memoria es como un laberinto por
donde caminan los recuerdos. Los recuerdos como las palabras, pueden tener la
libertad de los escritores y de los oradores o estar presos en ese laberinto de
la memoria.
De nosotros depende lo que
pasa con estas palabras, hay palabras que se pierden en el camino, hay palabras
marcadas por la pasión o el miedo, hay palabras cubiertas de dolor, hay
palabras llenas de vida, hay palabras inmemoriales y recién nacidas, hay
palabras eternas y fugaces.
Publio Siro dijo: “Me
arrepiento muchas veces de haber hablado, nunca de haber callado”
Si recurrimos a Pitágoras
podríamos decir que “El silencio es la primera piedra del templo de la
filosofía”.
Podríamos asimilar la Logia
a una planta de purificación ética en donde se procesan y transforman los seres
a través de la maquinaria de la conciencia, clarificando los distintos sistemas
de vida. El peor error que se puede cometer al ingresas a la orden, es la creencia
en la captación inmediata de los conocimientos de la misma.
P. Martín se refiere al
grado de Apr:. Así: “El primer grado versa sobre ontología, la ontología versa
sobre el sí mismo, el sí mismo versa sobre la introspección, la introspección
versa sobre el amor propio, el amor propio versa sobre el ego, el ego versa
sobre la identidad, la identidad versa sobre la autenticidad y la autenticidad
versa sobre todo aquello que no estamos siendo.
Entrar a una Logia entonces
es entrar a uno mismo, es decir al cuerpo y al espíritu y no vas a arremeter
contra ti mismo, luego la imposición del silencio solo está probando nuestro
temple, nos enseña prudencia y a esperar, a ir por pasos descubriendo verdades
que no podrían ser develadas de una vez porque tal vez no resistiríamos su
fulgor.
Es un aprendizaje y un
entrenamiento como en el deporte, es decir hace falta entrenar, para después jugar a la opinión
precisa, el conocimiento acertado o la conducta ejemplar. Porque no tendría
ningún sentido opinar en Logia si primero no se ha hecho minería.
La persistencia de la memoria Salvador dalí |
Una reflexión final. El
mundo que vivimos, donde el vertiginoso avance de la tecnologías de
comunicación nos plantean unas posibilidades de interconexión no solo
asombrosas y facilitadoras de muchas relaciones, también representan un reto
para el manejo del silencio, la prudencia y la discreción necesarias para
salvaguardar el secreto masónico. Por tal razón debemos ser especialmente
cuidadosos en la utilización de estas herramientas, contener nuestros deseos
legítimos de dar a conocer actividades que válidamente desarrollamos, pero que
pueden representar en algunos casos develar el secreto de uno de nuestros HH:.
En efecto, en el Libro del
Apr:. En el capítulo destinado a los deberes del Apr:. Masón se señala que “Un
masón debe abstenerse de divulgar todo aquello que pueda perjudicar a la
Francmasonería o a sus miembros. Los medios de reconocerse deben, pues, ser
objeto del secreto más absoluto”. Esta prohibición hecha al Apr:. no es
levantada cuando se logran otros grados, por lo tanto aplica a todos los
masones y debemos tomar entonces especial conciencia de las consecuencias de
obrar imprudentemente en la divulgación a través de las nuevas tecnologías.
Es mi palabra V.M
BELD
C:.M:.