sábado, 3 de octubre de 2020

El mundo de las contingencias y las herramientas: Reflexiones sobre simbología y la masonería del siglo XXI

Somos seres en continua adaptación, y aunque esta afirmación ha sido extensamente utilizada en discursos de toda índole, desde la biología de las especies, hasta las complejas teorías físicas en las que basamos nuestro escueto conocimiento del universo; solo en momentos de crisis le dedicamos algunos excepcionales pensamientos. Ya Joan Carles Mélich había equiparado la adaptación con la contingencia, refriéndose a la experiencia humana como una continua exploración de situaciones, donde el cambio y la emergencia siempre están presentes, y que la vida es una suerte de carrera de obstáculos, donde nuestra continuidad depende de las decisiones que tomemos para sortearlos. Las herramientas para conseguir transitar en un mundo de contingencias, dependerán de las experiencias que, por obligación o por elección, nos corresponda experimentar, y es aquí donde la Francmasonería podría jugar un papel importante a la hora de dotar a sus miembros de elementos, tanto conceptuales, como emocionales, para hacerle frente a los continuos embates del hecho de existir. 

La simbología de las situaciones podría dar cuenta de un método alegórico que pretende incorporar al aparato cognitivo de los seres expuestos, un sistema de pensamiento basado en el sentido compartido de las experiencias, dotando de significado y de emoción los encuentros enmarcados por el abrazo fraterno. Las antiguas herramientas de los constructores medievales, son el marco simbólico con el cual la tradición masónica incorpora elementos filosóficos a un quehacer en logia altamente experiencial y multimodal, con estímulos visuales, auditivos y kinestésicos que trasmiten antiguos mensajes con vigencia permanente. La nueva crisis mundial suscitada por los cambios inherentes a la modernidad, donde se incluye el acelerado deterioro de los ecosistemas, las nuevas formas de desigualdad social y un extremo tecnocentrismo, ha provocado que las antiguas y naturales amenazas de la especie ahora parezcan ataques masivos y devastadores, que no solo afectan a los individuos, sino además a la sociedad en todos sus aspectos, desde lo económico, hasta lo cultural.
La autogestión y el conocimiento de sí mismo, representados en la plomada, podrían llegar a soportar las nuevas maneras de enfrentar las contingencias del siglo XXI, ya que solo a través de la producción de cambios individuales, se podrían generar impactos adicionales, primero en el cercano entorno del individuo, y luego, en el contexto social donde se desarrolla. La pandemia por COVID 19 ha puesto de manifiesto, la importancia de la autogestión y el autocuidado. 

La responsabilidad de no propagación de contagio ha sido entregada a los sujetos, y aunque los gobiernos coordinan los esfuerzos de prevención, atención y mitigación, es cada núcleo familiar e incluso cada individuo, quien define su papel en la emergencia. El nivel para los masones contiene diversos significados, desde la igualdad de derechos, hasta la justicia en su máxima expresión, lo cual se ve reflejado en la vida cotidiana en la comprensión de la “otredad”. El descubrimiento de que existen otros con los cuales existimos, es un hito del desarrollo humano, y es el infante quien descubre que los que lo asisten no son él mismo, sino otros; no obstante descubrir que la realidad y el mundo se construyen con otros es un logro que no siempre se alcanza, incluso en toda una vida. La pandemia ha puesto de manifiesto, nuestra responsabilidad colectiva, ya que aspectos como el distanciamiento social, la toma de turnos para acceder a servicios y el apoyo a los pacientes y familias confinados, se basan en el entendimiento de una manera de organizarse que depende y subsiste por el otro. 

Las herramientas masónicas, alegóricas y simbólicas no solo están vigentes luego de varios siglos de uso, además, cobran relevancia en medio las nuevas contingencias que se nos presentan. Los cambios a favor de una sociedad enferma, parten del descubrimiento de que solo a través de una profunda reflexión personal proyectada a los otros, se podrían llegar a suscitar cambios, que por pequeños que parezcan tienen impacto en algún momento de la existencia propia y de los otros. El símbolo muestra su importante impacto en los modelos y sistemas de pensamiento, según Jacques Derrida , no hay acontecimiento sin un “golpe”. Un acontecimiento sorprende e interrumpe, es único y singular, pero también es simbólico, porque, aunque siempre se da en un tiempo y en un espacio, podría tener sentido en experiencias diferentes de la vida, en otro tiempo y en otro espacio. La Francmasonería dota a sus miembros de sistemas simbólicos atemporales, de manera que, aunque, su exposición sea intermitente, su influencia perdura hasta que su uso requiera que se rebusque entre los intrincados laberintos de la mente y la memoria. La pandemia por COVID 19, como un “acontecimiento” debería permitir, que al igual que los símbolos iniciáticos, que la marca en memoria colectiva sea un nuevo punto de partida para considerar que el individuo es quien crea un mundo que interpreta, pero que solo con otros, ese mundo cobra sentido y se vuelve real. 

Es Nuestra palabra, Resp:. Log:.1545 Jaques de Molay Or:. Pereira