sábado, 6 de abril de 2024

Trazando el Camino hacia la Luz

 

El primer grado masónico, es el punto de partida en el viaje iniciático dentro de la Francmasonería. Este grado está repleto de simbolismo y cada elemento que lo compone, tiene un significado profundo que pretende guiar al individuo en su búsqueda de autoconocimiento, sabiduría y perfeccionamiento moral. Al analizar su simbología, es crucial destacar su sentido filosófico, que invita al iniciado a reflexionar sobre aspectos fundamentales de la existencia humana.

La iniciación está marcada por el paso del profano por una puerta estrecha y pequeña, donde descubre que podría explorar un mundo donde su mente y su intelecto no tienen limites recorriendo un templo cuadrilongo que tiene por techo el cenit.

La figura del Aprendiz simboliza la etapa inicial del camino hacia la luz del conocimiento. Al ingresar a la logia, el individuo se encuentra en un estado de oscuridad simbólica, representando la ignorancia y la falta de entendimiento. Sin embargo, al aceptar ser guiado por los principios masónicos, se embarca en un viaje de autodescubrimiento que lo lleva gradualmente hacia la luz de la verdad, una verdad individual, una verdad sincera, una verdad autoconstruida pero apoyada por sus hermanos y hermanas.

El arbol de la vida
Gustav Klimt
Museo artes aplicadas de Viena


La escuadra y el compás cobran especial relevancia en el primer grado. La escuadra representa la rectitud moral y la integridad, mientras que el compás simboliza los límites y restricciones que deben aplicarse a las acciones. Juntos, estos instrumentos enseñan al Aprendiz a regular su conducta y a mantenerse dentro de los límites de la moralidad y la ética, conservando para sí, un espíritu inquieto que lo lleva por los caminos del conocimiento.

El aventurarse en el mundo masónico implica también un compromiso con la búsqueda constante de la verdad. El templo masónico mismo se convierte en un símbolo poderoso: un lugar especial donde los iniciados pueden buscar la verdad y la sabiduría. La búsqueda de la verdad es un aspecto fundamental de la filosofía masónica, ya que se reconoce que el conocimiento es una herramienta poderosa para el mejoramiento personal y el aporte social.

Solo cuando se es consciente de su potencial, el iniciado logra la fuerza para para avanzar por la escalera iniciática, una escalera que se abre mientras se camina, cada peldaño, cada escalón, tienen una luz particular, tienen unos atributos que les da connotaciones vivas en un proceso que se vivencia a diferentes velocidades y a diferentes tiempos.

El acto de pasar por la iniciación masónica es, en sí mismo, un símbolo de renacimiento y transformación. Al atravesar el ritual de iniciación, el Aprendiz deja atrás su antigua forma de ser y se embarca en un nuevo camino de autodescubrimiento y desarrollo personal. Este renacimiento simbólico refleja la idea de que la búsqueda de la luz del delta en el oriente, que representa la sabiduría alcanzada luego de un proceso continuo de renovación y perfeccionamiento individual.

El primer grado masónico invita al individuo a reflexionar sobre su propia naturaleza y su lugar en el universo. A través del simbolismo y los rituales, se le recuerda al Aprendiz que es parte de una tradición amplia y antigua de búsqueda de la verdad y el conocimiento. Al comprender y aplicar los principios enseñados en el primer grado, el aprendiz se embarca en un viaje de autodescubrimiento y transformación que lo lleva hacia una mayor comprensión de sí mismo y del mundo que lo rodea.

El camino iniciático en masonería es una espiral de simbologías reveladas, es un camino que vale la pena recorrer cuando se pretende descubrir el sentido de la existencia y del mundo dinámico donde habitamos.

 

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