martes, 17 de mayo de 2016

La Masoneria y la idea del bien


"El hombre no es ni ángel ni bestia y la desgracia quiere que el que quiere hacer el ángel haga la bestia" Blaise Pascal



Ser Mas.·. implica una serie de compromisos de carácter voluntario, nuestra condición perpetua de Apr.·. nos prepara de forma constante en el manejo de diferentes Her.·.Sim.·., las cuales orientan nuestro crecimiento personal, con la esperanza de convertirnos en CCol.·. que sustenten el desarrollo social y LLuc.·. que guíen a la humanidad hacia su progreso, siempre teniendo claros nuestros principios, que no son otra cosa que máximas de vida a las que decidimos ceñirnos, dado que nos sentimos identificados con la idea de que los dogmas, las profundas desigualdades y el rencor son venenos que a la larga sólo conducen a la destrucción.

Nuestra Bus.·.In.·. adquiere sentido sólo a partir del estudio, la reflexión y la interacción con los QQ.·.HH.·. quienes al mismo tiempo cumplen funciones de enseñanza y aprendizaje, de esta forma el camino de la Mas.·. no es en sí un proceso de Ilum.·. espontánea, por el contrario, es el fruto de la labranza constante que debe reflejarse en la prudencia y en la mesura no sólo en nuestras palabras, sino también en nuestros actos.

En el mundo profano es común que se nos haga mención, algunas de las apreciaciones respecto a quienes somos y lo que hacemos pueden llegar a ser acertadas, otras por el contrario descabelladas e incluso, en algunas ocasiones, caen en lo caricaturesco, sin embargo, es evidente que la Mas.·. a muchos intriga, a otros causa temor y a unos cuantos inspira; es precisamente esta última sensación la que lleva a muchos profanos alrededor del mundo a llamar a las Puer.·. del Tem.·., sin embargo, es la comprensión de la esencia de nuestro Cam.·.Inic.·. la que garantiza la permanencia al interior de nuestra Her.·..

Dice Aldo Lavagnini en su Man.·. del Ap.·. Mas.·. que el trinomio Pen.·., Pal.·. y Ac.·. es fundamental para cualquier H.·.Mas.·.; La Esc.·. Sim.·. presente en el Sig.·. del Ap.·. nos recuerda la necesidad permanente de medir nuestras palabras, para que estas sean acordes a nuestros pensamientos más elevados, de forma tal que nuestras bajas pasiones y sentimientos no se materialicen; este postulado nos revela una idea utópica en la que se presume que detrás de cada H.·.Mas.·. hay un ser Ilum.·. y esta falsa idea, incluso en algunas ocasiones se revela al interior de nuestros TTal.·., cuando de forma errónea nuestro ego nos lleva a pesar que efectivamente somos especiales, sumergiéndonos en una lógica cruel en la que nos olvidamos de nuestra condición humana, en la que, según Dostoievski, no es posible atribuirle el calificativo de “humano” sin que en ella exista una constante tensión entre el bien y el mal. Para el autor “el único camino posible hacia el bien consiste en un doloroso y sufrido tránsito a través del mal”, hecho que seguramente cada uno de nos otros experimenta en su cotidianidad, cuando la aparición de pensamientos y sensaciones que moralmente consideramos malvados hacen parte de nuestro día a día, es por esto que sólo un juicioso ejercicio de autorreconocimiento y de aceptación de nuestra condición humana y por ende transitoria, se convierte en el insumo fundamental para la construcción de juicios morales que se alejen de preceptos excluyentes y se enfoquen en el ser humano, sólo así podremos contribuir al Tall.·. de nuestra Pied.·.Br.·..

El carácter de un Mas.·. se alimenta de la interacción con su colectivo, los HH.·. se convierten en acompañantes y guías durante el camino hacia la L.·. de Or.·., es por esto que debemos dominar nuestro impulso humano de compararnos o establecer competencias con ellos, teniendo en cuenta que la naturaleza de nuestro proceso es personal. Entre nosotros no deben existir rivalidades y mucho menos juicios de valor, dado que es parte de nuestra misión el ser constructores, y la edificación del Tem.·. depende del aporte mancomunado mediado por un trato Fr.·. que fomente el cultivo de nuestras talentos y potencialidades.

En este contexto es claro que la moral permite establecer pautas de comportamiento, pero en caso de ser mal entendida puede llevarnos a enjuiciar al prójimo, especialmente a nuestros HH.·., estos comportamientos aparecen cuando nos dejamos llevar por el imperativo categórico y rechazamos todo aquello que es ajeno a nuestro conocimiento o consideramos extraño, es precisamente en este punto en el que nuestro aprendizaje y conocimiento de los Sim.·. nos debe conducir a obrar acertadamente, liberándonos de preceptos que condicionen nuestro actuar, para de esta forma ser justos en nuestras apreciaciones, entendiendo que nuestros principios de L.·.I.·.F.·. nos deben acercar a en la práctica a la máxima de Voltaire que reza “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.
Guernica, Pablo Ruiz Picasso Museo Reina Sofia Madrid

Para cerrar sólo me queda decir que, desde un punto de vista muy personal, la idea del bien puede ser abstracta y en ocasiones sobredimensionada, nuestra condición finita nos impide comprender en su totalidad un concepto que nos sobrepasa, pero la búsqueda constante y la apropiación de los Sim.·. nos permitirá obrar con justicia y equidad, tanto en Log.·. como en el mundo profano. Probablemente nunca alcancemos el bien, dado que este se encuentra instalado en la utopía y como diría Joan Carles Mélich “Hombres y mujeres no podemos cruzar –como humanos– las puertas del paraíso y liberarnos del sufrimiento. A lo sumo, siempre nos quedamos en el umbral. Además habría que desconfiar de los que dicen haberlo alcanzado y que, por si fuera poco, han regresado para mostrarnos el camino. Las prácticas y las políticas totalitarias se construyen en base a un «paraíso encontrado», a un final de trayecto. Los seres humanos estamos privados, como humanos, de tal acceso. Podemos anhelar el paraíso, esto es humano, pero no alcanzarlo. Cruzar las puertas del paraíso supondría terminar con la ambigüedad humana, con la amenaza de lo inhumano, pero esto significaría, al mismo tiempo, que dejaríamos de ser humanos”.


Es mi palabra.
CAAH:.
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