El futuro hace parte de las
fugaces visiones de los hombres y de las sociedades. Es una idea, una metáfora,
un camino difuminado que vemos perderse entre los velos de la imaginación.
Hablar del futuro de alguien o de algo es solo una especulación, un prospecto
de vaticinio que tiene tintes emocionales con una gran carga de deseos y
sentimientos. Las ciencias creadas por la humanidad apuntan a tener opciones
seguras en diferentes aspectos, la comodidad de una proyección en aras de
mejorar la calidad de los horizontes, es una apuesta a la que todos queremos
ir, pero que no tiene estrategias infalibles o fórmulas mágicas que aseguren
que los conceptos presupuestados se cumplan como una regla de la matemática, la
cual incluso podría llegar a ser tan relativa como la misma existencia.
Hoy nos enfrentamos a una
época acelerada, digital, virtual e impersonal, que hemos adoptado a fuerza de
necesidad y gracias a una evolución exponencial de las posibilidades de nuestra
realidad. Los masones transitamos en la modernidad de un presente dinámico que
varía según las tendencias económicas, las movilizaciones sociales y un
ambiente de globalización, donde las fronteras geográficas se mantienen, pero
las humanas son cada vez menos claras.
El caminante sobre el mar de nubes
Caspar David Friedrich
Museo Kunsthalle, Hamburgo
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Hacemos parte de un futuro
diseñado en el siglo XX , que no se parece en nada a los seres vestidos con
atuendos brillantes , con antenas en la cabeza y con poderes telequineticos que
mostraban las películas de los años 50 y 60. Por el contrario, en nuestro
flamante siglo XXI, encontramos al interior de las logias a unas personas
vestidas de color oscuro, con bandas, mandiles, caduceos, espadas, velas,
candelabros y finos lenguajes, más acorde con el siglo XVIII que con la época
de la red mundial de información y la volatilidad de las tradiciones. No
obstante, nuestro trabajo basado en un ritual y una simbología continua tan
vigente hoy, como hace tres siglos atrás, es una cuestión de evolución y de
adaptación, las mismas que han garantizado la supremacía de la especie humana y
que nos han tocado por características innatas, aunque cada vez mejor aplicadas
a los retos de la modernidad.
Nuestro futuro como método y
estrategia, se ve cimentado en la riqueza de una tradición iniciática que tiene
múltiples orígenes y que comparte conceptos con el desarrollo de la
civilización contemporánea y su interacción con las diversos entornos en los
cuales se aplica. Pero ese futuro depende en gran medida de un presente bien
aprovechado y de nuestra capacidad de transformación, dando forma a una
propuesta de trabajo simbólico aplicado a las condiciones reales y actuales de
los miembros de la orden, así como a la realidad social y mundial que nos
envuelve.
Los trabajos masónicos deben
conservar su gran fortaleza simbólica y nuestros rituales deben ser el
complemento de la ejecución profana, donde el espíritu humanista cultivado en
logia, se expresa como una sinfonía de saberes, sentires y acciones en torno al
progreso de los seres humanos, incluidos nuestros propios hermanos.
La época contemporánea exige
la versatilidad de las ideas y la innovación de las relaciones. Somos el
resultado de un crisol de conocimientos, de un sin fin de promesas y de un
número infinito de palabras, que no son más que la expresión de la necesidad
constante de los seres humanos por trabajar juntos entorno al calor de la
confianza y de los ideales comunes.
Nuestra orden, hoy en día es
el futuro de la masonería tradicional, nuestra propuesta de inclusión social ,
de género y de libre pensamiento, la laicidad con respeto y tolerancia, así
como nuestra tendencia fraterna, hacen juego con la heterogenicidad de los
métodos de la civilización actual. Nuestro presente cambiante y modulado debe
ser la fortaleza donde se cimentan las bases de aquel futuro incierto pero con
buenas perspectivas.
La francmasonería moderna
exige un presente digno de su pasado, nuestra orden debe continuar en su
ascenso de la búsqueda de la verdad y de un mundo más justo, más humano, más
libre y más tolerante con la diferencias de cada cual. Tenemos un futuro por construir,
donde las piedras pulidas van a ser acomodadas, no por las llanas y los
palustres de los obreros calificados, sino por las hábiles manos de seres que
evolucionan con el cambio y que se adaptan permanentemente a su entorno.
GGC:.
MM:.