La escalera iniciática por
la que caminamos, empieza en aquel oscuro cuarto de reflexiones, donde un esbozo
de iluminación se convierte en el aliciente del neófito que busca renacer entre
las tinieblas y dar un primer paso en el ascenso en búsqueda de la verdad.
No obstante, y aunque
durante toda la ceremonia se anima al nuevo masón a continuar, perseverar y
lograr vencer el miedo y la desconfianza, se le hace firmar un compromiso lleno
de palabras con sentido literal, pero también simbólico.
Aquel día y luego de firmar
y jurar, nos llaman hermanos y nos informan de nuestros deberes, en medio de
las instrucciones de un experto y la mirada de los maestros.
¿Acaso aquel día estábamos
preparados para aceptar esos compromisos?, Con la mirada atenta de tantas
personas y esa fraternal recepción ¿No nos sentimos presionados o coaccionados
a responder positivamente a todas aquellas premisas?
En la iniciación se hace una
alegoría a la diversidad dentro de la masonería, desde el espíritu de libertad,
igualdad y fraternidad. Se plantea un nivel superior de conciencia colectiva en
torno a unos valores y un nivel de conciencia media que se orienta a ser
referencia del comportamiento cotidiano.
Nos convertimos pues en
masones en un proceso de iniciación y fraternidad, acudiendo a unos valores
comunes que son la perfectibilidad del ser humano, la perfectibilidad, a su
vez, de las sociedades humanas y el sentido de grupo cohesionado. En
consecuencia, se es masón siempre, como parte de ser uno mismo.
El compromiso masónico
comienza con la Iniciación, desarrollando a partir de ahí valores como la
discreción, el amor fraternal y el respeto a las normas masónicas. Además, el
compromiso implica la fidelidad a uno mismo y se materializa en la prudencia de
decir solo lo que el corazón aprueba y callar lo que es dudoso. A su vez, el
deseo de perfección guía los actos y se traduce en compromisos como la
realización de los trabajos, la contribución a los temas de reflexión y otras
responsabilidades. Todo esto no condiciona que el masón pertenezca, a su vez, a
un partido, a una religión o a un sindicato, ya que la masonería es
suficientemente amplia como para acoger la mayoría de las ideas, dentro unos
valores humanos elementales. En suma, en la masonería se combina la búsqueda
interior con la acción concreta exterior, en un recorrido progresivo individual
y grupal.
Por tanto, si siempre se es masón,
el proceso va cambiando de dinámica y de matices cada vez que se avanza en la
escalera filosófica, de modo que los compromisos que se adquieren durante el
camino, ya no son influidos por la presión del primer juramento, sino que son
el producto de la reflexión y de la conciencia en el trabajo bien hecho, de la
buena ejecución del cincel y el martillo sobre la piedra bruta, haciendo un
trabajo simbólico en el primer grado con la esperanza de un salario merecido.
Una plomada pende de un
punto fijo y de manera recta e inmutable señala hacia el interior de la tierra,
donde un compromiso retumba en la palabra VITRIOL “Visita interiola terra
rectificando invenies occultum lapidem” la cual, al traducirla literalmente
dice “Visita el interior de la tierra y rectificando encontrarás la piedra
oculta”; un primer deber que nos recuerda que lo primero que deberíamos buscar
en medio de la confusión, es un ideal que guie nuestros actos y nuestros viajes
simbólicos.
La discreción es un primer compromiso
dentro del ámbito de lo personal. Se trata de una discreción similar a la de
una relación afectiva profunda. En nuestro caso, procede de la amistad sincera
que se comparte en nuestras relaciones y reuniones, como parte de lo que
significa pertenecer a un grupo.
En el apartado del masón
como un ser en búsqueda nos encontramos con una reflexión que apunta a ese
silencio interior que nos ayuda a buscar explicaciones o incluso soluciones a
nuestras inquietudes. Con frecuencia, lo importante no son las respuestas, sino
las preguntas. Una buena pregunta interior ya está a la altura de la respuesta
que más adelante habremos de encontrar. En la vida masónica, este recorrido
místico, este viaje interior, se hace necesario desde el ritual de iniciación.
En la valoración del profano
vemos como destacan los conceptos de integridad y libertad. La integridad
aparece como la cualidad de ser uno mismo, no comprometido con falsedades ni
intenciones ocultas. La libertad es la consecuencia lógica de la integridad,
puesto que el ser íntegro se encuentra libre para elegir, según criterios de
honestidad intelectual.
La noche estrellada Vincent Van Gogh Museo de arte moderno de New York |
El entusiasmo es una
cualidad descrita como la superación y las ganas de luchar por un mundo más
justo. Es la energía de la acción. Y aquello que nos permite no resignarnos
ante las diferentes formas de opresión contra el ser humano en el mundo. Este
entusiasmo no solo es conveniente, sino necesario en la construcción masónica
de la personalidad. No vale ser solo contemplativo, hay que actuar, como no se
es deportista viendo deportes en la televisión, sino practicándolos.
Nuestro compromiso es
practicar la masonería con la libertad de poder elegir como recorrer el camino,
reconociendo que aunque somos diferentes, la masonería nos hace iguales como
seres humanos y como miembros de un grupo, que cohesionado se vuelve fuerte y
útil a la sociedad.
Es mi palabra
GGC
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