martes, 14 de mayo de 2019

La realidad de las mujeres del Otún


La  desigualdad  laboral  y la marca de un país patriarcal, refleja  un panorama que apenas cambia; la realidad de la mujer actual, es sin duda la evidencia de  discriminación que se vive y  se justifica en  hechos y condiciones  sociales que van desde las brechas salariales hasta los estigmas creados por la sociedad .
Las condiciones de desigualdad de género aún persisten y generan  amplios desafíos en diferentes  aspectos de la cotidianidad de la mujer en  donde esta tiene que adaptarse y aceptar injusticias en ámbitos académicos, familiares y laborales.
La Perla.
Johana Andrea Mendez

La  Búsqueda de la igualdad
Las mujeres han vivido en constante lucha por el reconocimiento de su papel en la sociedad, como sujeto que posee las mismas capacidades, habilidades y valores que los hombres, esta lucha ha sido impulsada por varias organizaciones y líderes femeninas que buscan promover libertad y generar garantías sobre los derechos de las mujeres.
Estas mujeres han sido el reflejo imaginario de una sociedad desigual, donde la discriminación y la falta de oportunidades han impedido que estas se desenvuelvan profesionalmente en un ambiente laboral. Según la ONU (Organización de las Naciones Unidas), el 49.5% de la población mundial, son mujeres. Si se habla de Colombia, según el DANE  (Departamento Administrativo Nacional de Estadística), en el 2019 cerca del 51,4%  de los habitantes son mujeres; sin embargo, a pesar de ser parte importante de una sociedad gracias a su participación política, social,  económica y familiar, para muchos, las mujeres no representan gran importancia y son consideradas el sexo débil.
A nivel global está clasificación se ha debido en su mayor parte al patriarcado predominante desde siglos atrás, con el paso de historias y costumbres de generación en generación que ha impulsado a la discriminación de género, dicho problema no ha permitido ver ni validar la capacidad de actuar y pensar que tienen las mujeres.
Esta desigualdad está tan permeada en las mentes de los los individuos,  que se convirtió en una costumbre indirecta al educar a los más pequeños por medio de los diferentes roles, donde empiezan a conocer las actitudes sociales que se espera que cumplan como individuo dentro de una sociedad. Uno de estos recursos educativos es el juego; con este se crean diferentes realidades, donde se les enseñan a comportarse y convivir en un grupo social determinado.
Sin embargo, esta problemática instaurada en las mentes de la población mundial desde la crianza, comenzaría a cambiar en Colombia con la llegada de la Constitución Política de 1991, las mujeres dejaron de ser consideras un ‘sujeto de protección’ y se les reconoció como un sujeto autónomo responsable de sus derechos, donde sus opiniones, necesidades e ideas, eran tan importantes como la de los hombres.
Este hecho histórico marcó un gran cambio para las mujeres Colombianas gracias al impacto positivo que generó en la sociedad, no obstante, a esta norma se le debió dar el reconocimiento y la importancia pertinente para lograr que trascendiera más allá del ámbito Político-legal y convertirla en parte de la cultura ciudadana, donde la igualdad prime como componente principal entre los derechos de los hombres y las mujeres.
Otra problemática que persiste en la lucha de las mujeres, es la brecha salarial que existe,  a pesar de que las mujeres tengan las mismas experiencias educativas, habilidades, y más años de estudios, son los hombres los que reciben un sueldo mayor. Como evidencia de ello La ONG ‘she's’, habla de cómo la oferta laboral es inequitativa, donde el 78% de las  ofertas laborales van dirigidas a un público masculino, aunque en su mayoría las mujeres son las que aplican a este tipo de ofertas, además, menciona que cuando los niveles de desempleo aumentan, entre los más afectados se encuentran los menos calificados, los trabajadores temporales y las mujeres. Si se habla de Colombia específicamente, el DANE (2015) afirma al respecto que:
Las mujeres ganan un veinte por ciento menos que ellos, incluso si desempeñan funciones similares, se trata de una de las brechas salariales de género más altas de América Latina (cuya tasa promedio es de 17 por ciento), una región donde esta clase de inequidades son persistentes y profundas.
También se debe tener en cuenta que para el presente año 2019, en el mes enero la tasa de desempleo aumentó 12,8% respecto al año pasado según el Dane, esto trae consigo como consecuencia el aumento de la brecha de género, ya que en comparación con los hombres desocupados que son el 9,8% las mujeres son casi el doble con una cifra del 16,9%, estadísticas que evidencian la desigualdad si se tiene en cuenta que en Colombia la población femenina supera la masculina.
Aunque las oportunidades y las capacidades de una persona en Colombia son definidas por género, la nación está regulada por una Ley que habla de cómo no debe existir dicha brecha salarial antes mencionada. “LEY 1496 DE 2011 (diciembre 29) por medio de la cual se garantiza la igualdad salarial y de retribución laboral entre mujeres y hombres, se establecen mecanismos para erradicar cualquier forma de discriminación y se dictan otras disposiciones”. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos que se han realizado para mitigar y hacer ejecutar esta ley, no ha sido posible que todas las personas y establecimientos laborales, entiendan la importancia y la necesidad de que esto se cumpla.
El estigma de la perla…
Para algunas mujeres las historias que se cuentan dentro de la misma comunidad sobre cómo se debe comportar, vestir y actuar una mujer, modifica los comportamientos socio-culturales que se tienen previamente, ya que estos relatos tienen tanta fuerza que pasan  de ser una narración oral, a una práctica social la cual modifica la vida y la conducta.
Estas conductas también se deben al imaginario que plantearon las novelas en la televisión colombiana, sobre el papel que cumple la mujer como acompañante sexual de aquel ‘capo’ o ‘líder’, donde solo se limitan a verlas como criaturas creadas para el disfrute propio.
Pereira es una de las ciudades de Colombia en las que más se presenta la desigualdad de género y la estigmatización de la mujer tanto en el ámbito laboral como en el socio-cultural. Los mitos que rodean a la ‘morena y trasnochadora’ van dirigidos especialmente  a la fama de sus mujeres como fáciles y experimentadas en el arte de los amoríos. En su artículo, de pereiranas y otros estigmas, redacción EL TIEMPO (2002) afirma que:
“El historiador Víctor Zuluaga, autor del libro Génesis de un mito (La pereirana), explica que el estigma se generó a comienzos del siglo pasado, cuando la vecina Manizales estaba habitada por burgueses conservadores y católicos, mientras Pereira se consolidaba como ciudad, como fortín liberal que impulsaba la masonería y como punto de encuentro de comerciantes y arrieros”
Colorado (1999) cuenta también que en 1990 a causa del narcotráfico se desplomó la industria de la confección que sostenía Pereira, dando comienzo a la mencionada crisis cafetera, esto trajo como consecuencia que las mujeres desempleadas tuviesen que recurrir al trabajo sexual como único modo de sustento sostenible, razón por la cual al desligarse de caldas en 1996, Manizales proclamó la nueva capital risaraldense como el centro de la prostitución del país.
Otra posible causa de propagación de la reputación de las mujeres pereiranas según colorado, puede deberse a su mezcla de genes caucanos y chocoanos, cuya unión produjo mujeres de aspecto atractivo y tentador. La estigmatización de las mujeres provenientes de ‘La perla del Otún` actualmente se ha propagado a nivel global y ha causado que sean juzgadas por medio de prejuicios a nivel social. 
Dichos imaginarios sociales no se han quedado solo en una parte de la sociedad, gracias a las historias, a los relatos y a las novelas, estos han viajado a diferentes partes del país, donde llega el rumor de que las Pereiranas son buenas amantes y las mejores mujeres que se pueden conseguir dentro de Colombia. Los comentarios indecentes, morbosos, y fuera de lugar llamados ‘piropos’, siempre llevan doble intención cuando se habla o se menciona a una mujer pereirana, esto ha sido una reputación que han tenido que cargar por lo largo del tiempo.



Paulina
Johana Andrea Mendez
Paulina, es una joven de veintidós años que ha vivido toda la estigmatización que sufre una mujer Pereirana al estar fuera de su ciudad, desde corta edad recuerda como sus compañeros de clase de Bogotá, la discriminaban por su acento y además por ser catalogada como ‘escandalosa’; vivió en medio de rechazo y burlas solo por pertenecer a las tierras del Eje Cafetero, paulina comenta que:
“El estereotipo morboso de ser pereirana, no es nada comparado  con el  estereotipo marcado de ser una  trabajadora incansable, una mujer afectuosa  e inteligente y que además lleva en hombros gran parte del  desarrollo de una ciudad tan bella como lo es la querendona”.





Otra mujer, El mismo problema
El  imaginario social no es más que una fachada  para pisotear el  comportamiento audaz de la mujer y  la  desigualdad  en una tierra que lo tiene todo. La Perla con sus  matices  y reflejos brillantes, representa  la  expresión social  y el estereotipo  de  un voz a voz  que  fácilmente  se derrumba.
Jacqueline Villa, es una mujer que demuestra el verdadero significado de mujer pereirana, simpática,  luchadora,  generosa, valiente, aquella que con su trabajo forja una familia y día a día se empeña por dar lo mejor de sí misma para contribuir a la sociedad. Actualmente trabaja como sustanciadora en la procuraduría de Pereira,  anteriormente cuando Trabajaba en una empresa de seguridad, escuchaba  burlas constante de su jefe con el cuento de las narconovelas, en donde se habla de la mujer pereirana como un objeto sexual. Este mismo, se sentía con la libertad de preguntarle a ella y a sus demás compañeras, en son de burla “verdad que a ustedes les dicen perreiranas”.
Esta mujer, cuenta además que dado el buen desempeño y los conocimientos adquiridos en su trabajo, en esa época le ofrecieron ascender ya que su jefe se iba del país, sin embargo, a la hora de firmar contrato se enteró que el salario que le estaban ofreciendo era mucho menor del acordado con su antiguo jefe, en ese momento ella dice haberse sentido discriminada solo por el hecho de ser mujer aun cuando tenía un excelente perfil para llenar ese cargo, a pesar de esto, tuvo que aceptar la oportunidad por asuntos familiares, ya que ella es la única fuente de ingresos en su casa, es madre de tres hijos y esposa de un hombre con discapacidad motriz.
Como ella, son muchas las mujeres que sufren desigualdad laboral alrededor del mundo y además de esto, constantes comentarios molestos y machistas sobre su lugar de origen. Natalia Restrepo Toro, Docente  e investigadora de la Fundación Universitaria Uniminuto, afirma que el estigma aún existe: “seguimos viviendo en una sociedad patriarcal en donde se ha naturalizado  la desigualdad de género y es  por ello que el  estigma no se borra,  es algo que sigue y se ha naturalizado” comenta además que como mujer de esta región le parece importante seguir investigando sobre este tipo de temas , para así  poder desmentir  este estigma, ya que según ella “es una marca que lleva la mujer pereirana”.

Por Johana Andrea Mendez Timaná y Luisa Fernanda Lopez Osorio
Comunicacion Social, UniMinuto