Entre las herramientas de los constructores
del siglo XVII en las que se inspiró la Masonería para sus convocatorias
morales constructivas, el simbolismo de la regla plegable inglesa de 24
pulgadas reviste un singular significado. En algunos escritos la encontramos
con el nombre de “vara”, lo cual es incorrecto puesto que una vara era
una medida de longitud originaria de España que medía alrededor de tres pies, o
sea 36 pulgadas.
La regla que se entrega al aprendiz en su recepción, es el símbolo de la rectitud en el cumplimiento de nuestros deberes morales. La regla de 24 pulgadas esta relacionada con la necesidad de medir el resultado de nuestros actos, de nuestro horario, de nuestro trabajo, de nuestras palabras, de nuestros impulsos, de nuestros deseos y de nuestras pasiones, en el ideal pulimento de la Piedra Bruta personal, la construcción de unas respetuosas y gentiles relaciones humanas y la materialización de sus circunstancias.
Las 24 pulgadas hacen referencia a las horas del dia y por asociación la regla nos recuerda que
debemos medir nuestras obras, pensamientos y palabras, de modo que no se
separen de la línea del deber, la mesura y la corrección durante las 24 horas
del día en la cual nosotros desarrollamos nuestra labor de trabajo que nos han
encomendado realizar.
Esta regla de 24 pulgadas también hace referencia a nuestro descanso
natural, al recreo y de la ayuda a nuestros hermanos necesitados a los que de
una u otra forma nos piden que los apoyemos.
Por lo tanto al hablar de la regla de 24 pulgadas, hacemos referencia al
tiempo, pero antes que nada ¿que es tiempo?
El tiempo ha sido motivo de profundas reflexiones a lo largo de
la historia de
la humanidad. Para varios
de nosotros es la
duración entre 2 lunas, el tiempo comprendido entre 2 eventos, el pasado
de cierta fracción de tiempo
en la vida.
Para un filósofo, tiempo es una cantidad no percibida. De la misma manera
que espacio, parece ser una concepción en la mente sin el objetivo de
existencia. En física, el tiempo y espacio, no los podemos coincidir de manera
separada, ya que no podemos usar uno
sin el otro.
Cada cosa ocupa
el espacio por cierta
cantidad de tiempo y cada material
que existe por cierta cantidad de
tiempo, ocupa espacio.
El hombre utiliza el tiempo en forma continua en una sola dirección
desde el nacimiento hasta la muerte. Por ello, al interpretar filosóficamente
la regla de 24 pulgadas, lo que en realidad estaríamos haciendo es establecer
la historia del tiempo.
Así los cambios de posición del Sol desde oriente hacia occidente, que
simbolizan desde la apertura hasta
el cierre de nuestro templo masónico, es una
representación simbólica del tiempo. El ascenso por la escalera de Jacob en la
Plancha de Trazar de Primer Grado es otra representación gráfica del
tiempo. El avance
del Compañero desde la puerta del
templo, en el occidente, hacia el
oriente es otra forma gráfica de establecer la presencia del tiempo.
Los Solsticios y
Equinoccios, también representan
el tiempo cósmico e indican la
relación de nuestro planeta respecto al sol en el
sistema solar.
Existen dos maneras de evaluar el tiempo: una pragmática y la otra
filosófica con su relación con la Masonería. En la forma pragmática de evaluar al tiempo podemos
interpretar que el constructor puede medir las piedras que va a pulir con su
regla. Si la piedra es larga la
puede achicar. Si es
demasiado ancha o no esta derecha la puede remediar. Pero
para el masón especulativo, medir el tiempo con la regla de 24
pulgadas no permite tantos
cambios. Los minutos
perdidos están perdidos para siempre. La hora mal usada no puede ser
recuperada.
El día mal usado no puede contribuir a la construcción del Templo. Ocho
horas para el servicio a Dios, ocho horas para su trabajo profano y ocho horas
para descansar y dormir. No hay tiempo para perder, no hay tiempo que pueda ser
perdido. Esta interpretación del
tiempo en la vida
del masón indica que existe
una ocasión y un
momento para todo en
este mundo.
Así como lo hemos leídos en diferentes escritos: existe un tiempo
para nacer y un
tiempo para morir. Un
tiempo para plantar y un tiempo
para cosechar lo plantado. Un tiempo para el enojo y un tiempo para el perdón.
Un tiempo para estar triste y un tiempo para reír. Un tiempo para pulir las
piedras y un tiempo para preparar las piedras no pulidas. Un tiempo para
recibir y un tiempo para dar. Un tiempo
para mantener el silencio y un tiempo para hablar. Un tiempo para amar y un
tiempo para olvidar. Un tiempo
para la guerra
y un tiempo para
la paz. Pero no existe tiempo
para perder. El tiempo es el material
usado durante nuestra vida. Los minutos dorados son las únicas piedras utilizadas para construir nuestros
Templos. Cada trabajo
del masón en el Templo, o en
la ayuda a nuestros semejantes, en la
construcción de su casa o en la construcción de nuestra Nación tiene que ser
hecha en base al tiempo que tenemos.
Es mi palabra
LPBR
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