martes, 19 de octubre de 2021

La regla de 24 pulgadas

 

Entre las herramientas de los constructores del siglo XVII en las que se inspiró la Masonería para sus convocatorias morales constructivas, el simbolismo de la regla plegable inglesa de 24 pulgadas reviste un singular significado. En algunos escritos la encontramos con el nombre de “vara”, lo cual es incorrecto puesto que una vara era una medida de longitud originaria de España que medía alrededor de tres pies, o sea 36 pulgadas.




La regla que se entrega al aprendiz en su recepción, es el símbolo de la rectitud en el cumplimiento de nuestros deberes morales.  La regla de 24 pulgadas esta relacionada con la necesidad de medir el resultado de nuestros actos, de nuestro horario, de nuestro trabajo, de nuestras palabras, de nuestros impulsos, de nuestros deseos y de nuestras pasiones, en el ideal pulimento de la Piedra Bruta personal, la construcción de unas respetuosas y gentiles relaciones humanas y la materialización de sus circunstancias.

 

Las 24 pulgadas hacen referencia a las horas del dia  y por asociación la regla nos recuerda que debemos medir nuestras obras, pensamientos y palabras, de modo que no se separen de la línea del deber, la mesura y la corrección durante las 24 horas del día en la cual nosotros desarrollamos nuestra labor de trabajo que nos han encomendado realizar. 

 

Esta regla de 24 pulgadas también hace referencia a nuestro descanso natural, al recreo y de la ayuda a nuestros hermanos necesitados a los que de una u otra forma nos piden que los apoyemos.

 

Por lo tanto al hablar de la regla de 24 pulgadas, hacemos referencia al tiempo, pero antes que nada ¿que es tiempo?

 

El tiempo ha sido motivo de profundas reflexiones a lo largo  de  la  historia  de  la  humanidad. Para  varios  de  nosotros  es  la duración entre 2 lunas, el tiempo comprendido entre 2 eventos, el pasado de  cierta fracción de  tiempo  en  la  vida.

 

Para un filósofo,  tiempo es  una cantidad no percibida. De la misma manera que espacio, parece ser una concepción en la mente sin el objetivo de existencia. En física, el tiempo  y  espacio, no los podemos coincidir de manera separada, ya que no  podemos usar  uno  sin  el  otro.  Cada  cosa  ocupa  el espacio  por  cierta  cantidad  de tiempo y cada material que  existe por cierta cantidad de tiempo, ocupa espacio.

 

El hombre utiliza el tiempo en forma continua en una sola dirección desde el nacimiento hasta la muerte. Por ello, al interpretar filosóficamente la regla de 24 pulgadas, lo que en realidad estaríamos haciendo es establecer la historia del tiempo.

 

Así los cambios de posición del Sol desde oriente hacia occidente, que simbolizan desde la  apertura  hasta  el  cierre de  nuestro templo masónico,  es  una representación simbólica del tiempo. El ascenso por la escalera de Jacob en la Plancha de Trazar de Primer Grado es otra representación gráfica del tiempo.  El  avance  del Compañero  desde la  puerta del  templo, en  el occidente, hacia el oriente es otra forma gráfica de establecer la presencia del  tiempo.  Los Solsticios  y Equinoccios,  también  representan  el  tiempo cósmico e  indican la  relación  de  nuestro planeta  respecto al sol  en  el sistema solar.

 

Existen dos maneras de evaluar el tiempo: una pragmática y la otra filosófica con su relación con la Masonería. En la forma  pragmática de evaluar al tiempo podemos interpretar que el constructor puede medir las piedras que va a pulir con su regla. Si la piedra es  larga  la  puede achicar.  Si  es  demasiado  ancha  o no esta derecha la puede remediar. Pero para el masón especulativo, medir el tiempo con la regla  de  24 pulgadas  no permite  tantos  cambios.  Los  minutos  perdidos están perdidos para siempre. La hora mal usada no puede ser recuperada.

 

El día mal usado no puede contribuir a la construcción del Templo. Ocho horas para el servicio a Dios, ocho horas para su trabajo profano y ocho horas para descansar y dormir. No hay tiempo para perder, no hay tiempo que pueda ser perdido.  Esta  interpretación  del  tiempo  en  la  vida  del masón indica  que  existe  una  ocasión  y  un momento para  todo  en  este mundo.

 

Así como lo hemos leídos en diferentes escritos: existe un  tiempo  para  nacer y  un  tiempo  para  morir. Un  tiempo  para plantar y un tiempo para cosechar lo plantado. Un tiempo para el enojo y un tiempo para el perdón. Un tiempo para estar triste y un tiempo para reír. Un tiempo para pulir las piedras y un tiempo para preparar las piedras no pulidas. Un tiempo para recibir y un tiempo para dar.  Un tiempo para mantener el silencio y un tiempo para hablar. Un tiempo para amar y un tiempo  para olvidar. Un  tiempo  para  la  guerra  y un  tiempo  para  la  paz. Pero no existe tiempo para perder.  El tiempo es el material usado durante nuestra vida. Los minutos dorados son las únicas piedras  utilizadas para construir nuestros Templos.  Cada  trabajo  del masón en el Templo,  o  en  la  ayuda  a nuestros semejantes,  en  la construcción de su casa o en la construcción de nuestra Nación tiene que ser hecha en base al tiempo que tenemos.

 

Es mi palabra

 

LPBR

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