El método masónico alegórico
y simbólico por excelencia, sigue estando vigente a pesar de los drásticos cambios
de contexto a los cuales se ve expuesto, y de los cuales se reviste para
incursionar en una modernidad de desafíos y de retos intelectuales.
El origen humanista y social
de la masonería apunta hacia un abordaje particular del conocimiento y de los
modelos estructurales de pensamiento que ponen al ser humano y a su dinámica
social en el primer plano de estudio y de intervención, siendo la
transformación personal de cada uno de sus miembros el paso fundamental para el
cambio colectivo.
Mucho se habla entonces, del
método masónico y de su manera singular de operar, permeando el modo en el que
nos apropiamos de los conceptos y la manera en que los aprovechamos en bien de
la construcción de nuevas propuestas de desarrollo.
No obstante y aunque el
conocimiento es evolutivo y dinámico, el método masónico continua insistiendo
en una forma de aprendizaje basada en la interpretación de símbolos y rituales
que persisten en el tiempo y que evocan tiempos pasados y misteriosos.
Por su parte, el aprendizaje
es una construcción consiente en torno a situaciones del mundo que nos lleva a
elaborar idealizaciones de la realidad a través de representaciones, haciendo
uso de las habilidades del pensamiento. Estas representaciones son las ideas
que elaboramos o replicamos y que permiten configurar modelos desde los cuales
escribimos, interpretamos, explicamos, predecimos, evaluamos y creamos nuevo
conocimiento para interactuar en contextos sociales y naturales.
A lo largo de la historia
del método masónico y sobre todo, en los últimos años, han aparecido diversas
posturas en cuanto a la pertinencia de un desarrollo didáctico estructurado de
la forma de acceso al conocimiento que
ofrece nuestro sistema de enseñanza, y al tipo de proceso que se debe llevar a
cabo desde el primer grado simbólico.
En este aspecto debemos
tener en cuenta que el conocimiento es amplio y que la profundización en
ciertos aspectos y ciertas ramas de la ciencia es inevitable. Por lo tanto cada
uno de los iniciados en un universo de saberes, experiencias y vivencias que
hace que la estrategia metodológica deba ser flexible y adaptable a las
personas y sus contextos.
Ahora bien, la controversia
crece cuando se habla del tipo de acompañamiento a los iniciados en su proceso.
Desde el punto de vista didáctico hay tres componentes planteados por Chevallard
que conforman un triángulo donde, en los polos están situados: el saber, el
maestro y el aprendiz y en su centro se ubica el conocimiento, siendo este, el
resultado de la interacción de sus tres componentes fundamentales. El papel de
cada uno es definitivo para llegar a un proceso de desarrollo cognitivo que
pueda ser operativo en la realidad, pero ¿Cuál de los tres es el más
importante? Teniendo en cuenta que 1. El saber puede ser tan complejo o tan
simple que el aprendiz podría confundir el camino a su abordaje 2. El maestro
puede influir de diversas maneras sobre el proceso de aprendizaje y puede
sesgar el descubrimiento de lo esencial y 3. El aprendiz podría iniciar su
formación sobre bases poco estructuradas y en ocasiones erróneas.
La masonería ha explorado
diversas formas de dinamizar este triángulo, común a todas las formas de
aprendizaje, y ha intentado crear un camino hacia la transformación del saber
en conocimiento colectivo, útil para la propuesta de desarrollo que trae
implícito un método poco neutral en aspectos políticos, sociales y de acción
para un mejor futuro.
El papel del maestro masón
en esta estrategia de aprendizaje del conocimiento está enfocado en coadyuvar
en el proceso de apropiación de la simbología como medio de racionalizar los
fenómenos humanos y su impacto en el contexto propio y grupal.
¿Qué tanto se debe influir
en el proceso de apropiación de las alegorías masónicas?
Hay diversas posiciones al
respecto que van desde una tendencia conductista donde los maestros son dueños
de la verdad y poco a poco van entregando su conocimiento a los iniciados, no
sin antes aplicar métodos evaluativos estrictos enfocados a descubrir las
debilidades del proceso, hasta una tendencia enfocada netamente en el aprendiz,
donde este por sí solo, descubre los significados que cree apropiados y
construye un imaginario sobre la masonería que en ocasiones está basado en la
observación de conductas, discursos y rituales.
Por ahora quedan muchos
interrogantes que se podrían discutir a la luz de las teorías iniciáticas,
filosóficas y educativas como por ejemplo el constructivismo social, el
postmodernismo y los modelos interestructurantes de enseñanza.
Lo que si queda claro es que
la masonería es un método aun valido y vigente que gracias a su continua
evolución ha podido mantenerse vivo y que nos enfrenta al análisis de su
eficacia día tras día.
GGC
PV:.
excelente me gusto este articulo, plantea ciertas verdades relacionadas al modo de abordar la educación masónica
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