La pandemia por COVID 19, a
diferencia de la última gran epidemia de gripe española de 1918, encuentra una
sociedad absolutamente diferente en tan solo 100 años. Los avances de la
sociedad actual han sido tan acelerados, que en los últimos 20 años dimos un
giro dramático en todos los aspectos posibles de la humanidad; la puesta en
marcha del internet y la consolidación de la sociedad digital, modifico para
siempre la manera de relacionarse y convirtió al mundo natural en algo obsoleto
y secundario, dando paso al mundo virtual, moderno y tecnológico.
Esta pandemia en especial, nos
encuentra interconectados al máximo, tanto que los eventos benéficos para
mitigar el efecto económico del asilamiento, se hacen en línea, y desde los
rituales religiosos, hasta los encuentros familiares, ahora se hacen en una
pantalla y con audífonos.
No obstante, y a pesar de los
avances, parece que lo que no cambia es la desigualdad social, que desde
tiempos antiguos va de la mano con la historia de la humanidad.
Chistian Steagall Conde 2020 |
¿Podría esta crisis global dar
lugar a algún tipo de revolución social? Una revolución tan inédita como la misma
pandemia; que fuese acometida sin grandes movilizaciones y se viera soportada
mediante reformas de gran impacto. Que contemplara unas reglas de juego menos
determinadas por los intereses estrictamente económicos. Que generara un
contrato social nuevo y nunca antes visto, que partiera de las prioridades
vitales de todos los ciudadanos.
En los últimos meses hemos
presenciado dos fenómenos interesantes, el primero es que el virus es una
suerte de justiciero, ya que a pesar de que la población más afectada son los
hombres de mayor edad, la infección no discrimina a pobres de ricos, a blancos
de otros colores, a judíos, musulmanes o cristianos, ni pone en la balanza la
identidad de género, los gustos musicales o el saldo en el banco.
Este virus nos ha recordado que
todos somos vulnerables y susceptibles, y mientras no se conozca un fármaco
efectivo contra la infección o se desarrolle una vacuna todos estamos en riesgo
de encontrar algo, que para algunos es una idea lejana, la muerte.
El otro fenómeno llamativo es que
durante esta situación recobraron valor algunas cosas que habíamos dejado de lado
y que parecían obsoletas o pasadas de moda, entre ellas, el valor del contacto
con el otro, la socialización real y natural, el abrazo, la mirada y la calidez
de otras manos.
Con toda seguridad y por un tiempo,
una vez logremos superar las fases más críticas de la pandemia, volveremos a
encontrarnos y ojalá volvamos a la mesa, pero sin tener que estar mirando el
celular todo el tiempo, ojalá volvamos a las calles, pero a disfrutar del
paisaje y de ver pasar a otros, y no a transitar como hormigas sumidas en un
aislamiento interno y voluntario con unos audífonos blancos e inalámbricos.
Seguramente reconoceremos de nuevo nuestro medio ambiente y nos vamos a
maravillar de nuevo con el aire limpio y las montañas verde azules del
horizonte, pero ojalá no volvamos a considerar el ambiente como algo externo,
diferente de nuestra esencia humana, y no continuemos llenado los mares de
plástico, la tierra de icopor, y los ríos de costales de escombros.
Nos hemos encontrado en medio de
una pandemia global, que no discrimina, pero que nos ha dado la posibilidad de
ver hacia el exterior y hacia el interior, de reconocer el mundo en el que
vivimos; el de afuera, sagrado, natural, prístino y poderoso; el de adentro,
enigmático, personal, reconfortante y productivo.
Se nos pide quedarnos en casa el
tiempo que haga falta y no caer presas del pánico. Debemos hacer un ejercicio
simultáneo de responsabilidad individual y social, para no contagiarnos y no
propagar la epidemia. Salvar nuestras vidas es una prioridad indiscutible. En
contadas ocasiones un desafío nos plantea que todos nos lo jugamos todo al
mismo tiempo.
Sin embargo, la crisis de la
pandemia podría generar una revolución colectiva promotora de cambios
significativos en una sociedad en donde resulten más equilibrados el interés
personal y los deseos colectivos.
Es mi Palabra
GGC
M:.M:.
Mis QQHH, Sobre del COVID 19 a la vida en HD, tal vez uno de los aspecto mas importante de analizar, proyectar y desarrollar como sociedad es, como queremos que sea la Revolución colectiva promotora de cambios significativos en una sociedad en donde resulten más equilibrados el interés personal y los deseos colectivos, cual es nuestras participación para que esto se de con Justicia Social, como cambia mi papel de espectador a la trasmutación del nuevo escenario del panorama socioeconomico mundial. DMPE
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