lunes, 14 de enero de 2019

Discurso de clausura del coloquio americano 2018.




Muy Respetable Hermano Delegado del Supremo Consejo,
Muy Ilustres Hermanas y Hermanos, miembros del Supremo Consejo,
Dignatarios,
Y todos vosotros, mis muy queridas Hermanas y queridos Hermanos,

Haciéndome el intérprete de cada participante en este coloquio, quiero en primer lugar expresar el gran placer que tuvimos al encontrarnos en Veracruz para aprender a conocernos mejor, intercambiar nuestras ideas y compartir estos pocos días durante los cuales la fraternidad masónica estuvo tan presente y unánimemente experimentada. Quiero también rendir homenaje una vez más a la extraordinaria actuación de nuestras Hermanas y nuestros Hermanos mexicanos, organizadores de este coloquio que fue un gran éxito. Reciban la expresión de nuestra gratitud fraternal y de nuestra gran admiración. ¡Enhorabuena!

Durante este coloquio, mediante nuestras reflexiones e intercambios, pudimos interrogarnos sobre la propuesta central sugerida por los organizadores del coloquio como hilo conductor, a saber LE DROIT HUMAIN en América: una masonería de “tradición y modernidad”.

Me permitirán algunas reflexiones sobre este tema general.

En efecto, no puede existir la menor contradicción, la menor brecha entre la noción de tradición y la idea de modernidad. La Tradición masónica es iniciática y por lo tanto intemporal. Expresa la continuidad vinculando el pasado con el presente y proyectándose hacia el futuro.

Los masones son mujeres y hombres de su tiempo, integrados en su propia sociedad de la que no pueden abstraerse, con la cual comparten preocupaciones y en la cual actúan. Esto significa que sus concepciones personales también evolucionan con ella.

Nuestros fundadores, hace 125 años este año, eran hombres y mujeres de su tiempo que aportaron una nueva dimensión a la francmasonería de su época. Ahora nos toca a nosotros ser de nuestro tiempo, reinventar la herencia dándole una nueva dimensión, una vez más.

Esto es precisamente lo que ustedes quisieron esbozar durante este coloquio: sentar las bases de la francmasonería de LE DROIT HUMAIN de nuestro tiempo y su continente.

Han reflexionado sobre los procedimientos de formación de los Aprendices, Compañeros y Maestros. Por supuesto, la francmasonería implica la instrucción de los hermanos y hermanas, mucho más allá de explicar los comportamientos, palabras, pasos, toques, retejar, etc.

Lo que es mucho más difícil, aquello que nos legitima, que forma parte de la Tradición: no es enseñar, es transmitir. Transmitir una experiencia, una visión de las cosas, lo poco que hemos entendido; un poco de Luz… Es volver a dar lo que hemos recibido, enriquecido de con nuestra propia experiencia. No existe pedagogía para eso, excepto nuestra habilidad para hacer coincidir nuestros actos con nuestras palabras.

Se transmite de verdad a través de la presencia. El escritor y poeta francés, Christian Bobin, dijo: “Si queremos transmitir algo en esta vida, es a través de la presencia y no a través del lenguaje y la palabra. La palabra debe llegar en ciertos momentos, pero lo que instruye y da es la presencia. Es ella la que está silenciosamente activa”.

En cuanto a la modernidad, es necesario recordarlo, la francmasonería internacional de LE DROIT HUMAIN no transmite ninguna ideología excepto la de un humanismo amplio y abierto que sienta el principio absoluto de la igualdad entre todos los seres humanos y la aspiración a la justicia.

La francmasonería no es ni de derechas ni de izquierdas. No se coloca en posiciones de política partidista. Su papel primordial es el de transmitir a sus miembros las bases espirituales y éticas que les llevarán a comprometerse activamente dondequiera que estén, allá donde vivan, en la familia, en la sociedad, en el estado, en las asociaciones…

En cuanto a la ética, el sociólogo alemán Max Weber distinguía dos tipos: por una parte la “ética de convicción” por la cual solo cuentan las propias ideas, y por otra parte, la “ética de responsabilidad”, atenta a las consecuencias prácticas de las convicciones. Esto es exactamente lo que debe ser la ética masónica, fundamentalmente humanista y responsable. Esta es la idea directora que debe guiar nuestro compromiso en el seno de la sociedad moderna. Pero depende de cada uno de nosotros elegir el cómo.


No nos comprometemos con la sociedad en nombre de la francmasonería si no que por ser francmasones, lo hacemos en cualquier parte donde sea posible convertir nuestros ideales en una realidad concreta. La iniciación permanece absolutamente virtual y estéril mientras no genere una dinámica.

Mis Hermanas y Hermanos, LE DROIT HUMAIN no tiene interés, ni atractivo, ni siquiera razón de ser, a menos que se base en tres pilares indisociables: la mixidad, la continuidad iniciática en el marco del REAA y el internacionalismo.

El internacionalismo, tal y como lo entendemos, es un estado de ánimo más que un estado de hecho. Estar activo internacionalmente no significa la exportación de un modelo de sociedad o de una visión del trabajo masónico que pretendiera reproducir en “casa ajena” nuestras propias concepciones.

Nuestra visión del internacionalismo debe tender a alentar y ayudar a quienes tienen una percepción diferente a la nuestra, a vivirla. No significa volver sobre uno mismo sino ir más allá de uno mismo, hacia el Otro.

Responde así a nuestro gran Ideal espiritual, filosófico y moral que apunta a la trascendencia. Añadiremos a la superación de uno mismo y de todos los particularismos.
El internacionalismo implica diversidad y ésta debe fomentar como una riqueza.

América Latina es un elemento muy fuerte de esta diversidad. En este momento hay aquí tres federaciones, tres jurisdicciones y varias logias pioneras. Esperamos que pronto, quizá el próximo año, se abra otra nueva jurisdicción y una cuarta federación.

Hemos oído y entendido: nada es estático. ¡Las cosas evolucionan, gracias a todos ustedes, hermanas y hermanos! Les animo a trabajar juntos y por qué no, a desarrollar una nueva especificidad de LE DROIT HUMAIN, un espíritu original más típicamente latinoamericano, en todas las áreas de la vida masónica. Incluso el Rito Escocés Antiguo y Aceptado se presta a eso, a condición de que se respeten sus fundamentos.

Al hacer esto, al animar a las Hermanas y a los Hermanos a comprometerse activamente, al colaborar aún más estrechamente en este continente tratando de difundir nuestros ideales, todos ustedes habrán demostrado que LE DROIT HUMAIN es verdadera y por mucho tiempo una masonería de tradición y de modernidad, es decir, un ideal de espiritualidad y ética que implica una firme voluntad de realización.

¡Hermanas y Hermanos mexicanos, gracias por su fraternal y cálida bienvenida!
Este coloquio americano 2018 permanecerá para muchos de nosotros como una piedra luminosa sobre el camino que estamos recorriendo juntos. ¡Que sea la demostración de que la utopía a veces puede convertirse en una realidad y que sus logias siguen siendo siempre lugares de Vida !

En nombre del Supremo Consejo, les expreso mi confianza y mi certeza de que siempre puedo contar con sus calidades específicas, con su entusiasmo, imaginación y creatividad. Que este coloquio sea pues el punto de partida de una nueva dinámica.

A todas y a todos, les deseo una excelente continuación de los trabajos y un camino masónico rico, intenso y exitoso. Mi aliento y mis más fraternales mensajes van a cada uno de ustedes y les ruego que los transmitan a sus Hermanas y Hermanos en todas sus logias y talleres. ¡Reciban el saludo fraternal del Supremo Consejo y de toda la Orden!

Veracruz, México

M:.P:.S:.G:.C:. Gran Maestro de la Orden,

el Muy Illustre Hermano Daniel Bolens, 33e





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