La humanidad ha evolucionado a fuerza de drásticos
cambios, de catástrofes, de guerras y de pandemias; somos el producto de la
fortaleza de los que han sobrevivido en otros tiempos y otros lugares; hemos
vencido a lo largo de una historia no siempre contada, las vicisitudes del solo
hecho de existir, de habitar el mundo en medio de la negrura y el vacío del
espacio infinito.
Este es un momento especialmente particular en nuestra
historia, es el momento en que una pandemia pone en jaque a la humanidad y al
orden social al que le llamamos civilización.
Y es precisamente en el punto de máximo desarrollo
tecnológico de nuestra historia, en el momento en que los derechos de los seres
por diversos que sean o parezcan se pretende reconocer, en el periodo en el
que nuevos frentes científicos y filosóficos irrumpen en las realidades de los
nuevos habitantes de la tierra; en el momento de mayor conectividad, en el del planeta
de los medios de comunicación y las redes sociales, en el momento culmen de la
humanidad como especie.
Hace solo cuatro meses surgió el primer brote del
nuevo virus, semanas después ya se había identificado toda su cadena de ARN,
algo impensado e imposible hace apenas 20 años.
Nighthawks Edward Hopper Art Institute of Chicago |
Inmediatamente la noticia se supo en todo el mundo,
porque ahora todo está a un click de una pantalla intuitiva con millares de
pixeles y de lúmenes, que produce imágenes en alta definición.
Hoy tenemos aplicaciones móviles de seguimiento en
vivo del número de infectados, muertes, curvas de comportamiento de la pandemia
en tiempo real y predictores que se actualizan con la lluvia de datos que se
producen desde Huwan hasta Los angeles y desde Islandia hasta nueva Zelanda.
La humanidad no es la misma que hace 10 años, y
estamos seguros que no será la misma después de esta coyuntura.
Este enemigo no se puede ver con un microscopio,
incluso para algunos científicos no se considera un ser vivo, ya que no es más
que una serie de proteínas organizadas y perfectamente acopladas para invadir
otras formas de vida.
Es diminuto y hasta despreciable a los ojos de una
raza dominante, pero poderoso, ya que es capaz, por el solo hecho de existir y
pasar de unos a otros, de poner a tambalear nuestra forma de vida, nuestros
sistemas inmunes, el precioso andamiaje económico de los poderosos de oriente y
occidente, nuestro sistema de creencias y sobre todo nuestros tan apreciados
futuros próximos y lejanos, nuestros sueños, ¿nuestras prospectivas, nuestras
certezas.
¿Cómo enfrentar un enemigo que no entendemos?, ¿Cómo
enfrentar contingencias en el mundo donde casi todo tiene solución?, ¿Cómo
transformar los hábitos y las maneras de tratar al otro?
En este momento de urgencia debemos hacer un alto y
pensar en nuevas formas de enfrentar lo invisible, y no hablo del virus, hablo
de la indiferencia, del egoísmo, de la falta de consciencia de que otros
existen conmigo, de que los demás sufren, de que los muertos no so n solo
cifras, que son personas con familia, que la pasada navidad ni se imaginaban
que iban a pasar a la historia como pasaron los muertos de Auschwitz, o de Normandía, o para no ir muy lejos, los de la gabarra o los de las delicias.
Hemos seguido la pandemia desde lejos, como si la guerra que se libra en los
hospitales fuera ajena, como si el virus solo atacara a los otros y no a
nosotros.
Q:.H:. debemos seguir reflexionando en medio del
confinamiento, por ahora debemos pensar en la sociedad de la post pandemia, ser
positivos y creer que la humanidad podría volver los ojos a sus prioridades más
íntimas, al amor, la solidaridad y al servicio.
Es mi palabra.
GGC
M:.M:.
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