lunes, 6 de marzo de 2023

Mujer y masonería

 

El propósito de esta plancha no se ha centrado en hablar de feminismo radical, ni de machismo, ni de lucha entre hombres y mujeres, ni pretende alimentar polarizaciones. El objetivo principal parte de un interés personal en conocer y reconocer la equidad, la igualdad, la justicia y la importancia de los derechos humanos de todo “individuo” de manera integradora, en nuestra sociedad, algo deteriorada por el desconocimiento de estos; por lo que considero relevante revisar lo que ha pasado con la evolución del rol de mujer a través de la historia, rol que fue posiblemente impuesto por sociedades en las que no era considerada valiosa su participación, en las áreas donde ella misma, por su “propia decisión” deseara participar.

En este sentido, de manera indiscutible me llama la atención cómo fue el inicio de la participación de la mujer en la masonería, considerando que estaba solo constituida por hombres, como sucedía con cualquier tipo de institución en la cual fuera posible tomar decisiones que repercutieran política, social y económicamente.



Aunque emprendí la tarea de manera bastante entusiasta, de intentar reseñar y analizar, la situación de la mujer en la masonería, me quedo corta en este momento con lo presentado en este pequeño trazado, ya que fueron muchos los textos, de diferente autores (hombres y mujeres) demasiado enriquecedoras, que se cruzaron en mi búsqueda para poder tener estas líneas que finalizan con más interrogantes de los que tenía cuando inicié, por lo que considero que la misión fue exitosa.

Entonces, comenzaré por mencionar que la primera masonería que presenta mujeres entre sus miembros data de la Edad Media. Se trata de la masonería operativa basada en el oficio de la construcción. Las mujeres formaban parte de esta pero no tenían acceso a ningún cargo de importancia. Aun así, les dejaban entrar y participar en ellas, aunque siempre en calidad de “madres de”, “esposas de” o “hermanas de”.  Es decir, seguían dependiendo de los hombres para poder acceder a estas organizaciones.

Según diferentes autores la primera mujer masona fue Mrs Aldorwth iniciada en 1732 y luego de ella no hubo más mujeres en logias masónicas en el sentido estricto, fue solo hasta 1882 que apareció Maria Deraismes, pensadora francesa del siglo XIX, periodista, escritora y pionera de la defensa de la igualdad y los derechos de la mujer. En 1893 fue cofundadora junto con George Martin de “Le Droit Humain”, primera Obediencia Masónica mixta. A través de su libro “Eva en la Humanidad” dejó reseñado que “la inferioridad de las mujeres no es un hecho de la naturaleza y que la inferioridad legal no está basada en ninguna ley natural, sino que resulta de la intervención masculina. Defendía el voto femenino; la reforma de las leyes injustas, sobre todo las que guardaban relación con la familia; la ampliación y laicización de la educación femenina; la dignificación de la imagen de la mujer en la ficción; la mejora de la situación de las mujeres proletarias; el drama social de la prostitución y la necesidad de su abolición”.

Es considerada antecesora de Simone de Bouvoire, aunque durante años se desconoció su labor en la temática. Y en este punto creo que, probablemente de Bouvoire, donde sea que esté, puede estar muy emocionada al ver como con la vinculación de las mujeres en diferentes áreas, incluyendo la masonería, se logra superar parte de la “sumisión” que ella cuestionaba, aprendiendo a ejercer nuestras libertades, principio básico universal.

Las ordenes mixtas, se han presentado como aquellas en las cuales se busca resignificar los espacios con el fin de generar cambios sociales mediante reivindicación del género. En países como España, existen grandes logias de composición mixta donde no existe distinción entre hombres y mujeres, y en varias oportunidades son las mujeres Grandes Maestras de la orden, develando que los grandes cargos pueden ser ocupados indistintamente por hombres o por mujeres. En Colombia, solo hasta finales del siglo XX e inicios del siglo XXI se dieron las primeras ceremonias de ingreso de mujeres a las filas de la masonería, aunque se tiene registro en 1867 de la logia Estrella de Oriente, en Cartagena, que sería posiblemente la única logia femenina que existió en Colombia y se encargó de acompañar actividades caritativas de algunas asociaciones católicas. La anterior reseña tomada de Jiménez Forero, (2021), podría entrar a ser revisada y actualizada como ejercicio importante en la visibilización de la relevancia de la participación de la mujer la masonería en Colombia.

Entre los países que encontré documentos importantes de la participación de las mujeres en la masonería están: Francia, Chile, Argentina, España. Ahora bien lo que considero en este momento más relevante en la lucha emprendida a través de la historia por los derechos de la mujer, es la inclusión de los derechos de la humanidad, de defender el derecho a ser respetado, incluido, valorado, no monetizado, ni clasificado, considero que estas son las puertas que se abren frente a la repercusión que tiene en la sociedad la apertura de la participación de las mujeres en las instancias que ellas mismas decidan que puede aportar, abriendo camino para que todo aquel que salga del parámetro tradicional pre-establecido tenga derecho a ser escuchado y considerado.

No mencionaré por el momento más mujeres vinculadas con la masonería en sus inicios, y quiero pasar a reseñar un par de escritos actuales que consideré relevantes y que demuestran como la búsqueda del justo reconocimiento de la mujer en la sociedad no ha terminado y que la lucha emprendida por Deraismes y de Bouvoire sigue vigente y se enlaza perfectamente con la búsqueda de “La Libertad, Igual y Fraternidad”.

Chimamanda Ngozi Adichie escritora nigeriana nacida en 1977 reconocida por sus ensayos “Como educar en el feminismo” y “Todos deberíamos ser feministas”, menciona, en un sentido literal, “los hombres gobiernan el mundo. Esto tenía sentido hace mil años. Por entonces, los seres humanos vivían en un mundo en el que el atributo más importante para la supervivencia era la fuerza física; cuanto más fuerza física tenía una persona, más números tenía para ser líder. Y los hombres, por lo general, son más fuertes físicamente. (Por supuesto, hay muchas excepciones). Hoy en día vivimos en un mundo radicalmente distinto. La persona más cualificada para ser líder ya no es la persona con más fuerza física. Es la más inteligente, la que tiene más conocimientos, la más creativa o la más innovadora. Y para estos atributos no hay hormonas. Una mujer puede ser igual de inteligente, innovadora y creativa que un hombre. Hemos evolucionado. En cambio, nuestras ideas sobre el género no han evolucionado mucho”. Además, “La forma en que criamos a nuestros hijos les hace un flaco favor. Reprimimos la humanidad de los niños. Definimos la masculinidad de una forma muy estrecha. La masculinidad es una jaula muy pequeña y dura en la que metemos a los niños. Enseñamos a los niños a tener miedo al miedo, a la debilidad y a la vulnerabilidad. Les enseñamos a ocultar quiénes son realmente, porque tienen que ser, como se dice en Nigeria, hombres duros”.

A partir de este mirada mas que desde el feminismo, desde la equidad, quiero resaltar que la resignificación de la mujer en la sociedad, dando cabida en diferentes áreas del conocimiento, no minimiza la importancia de su rol de madre, de cuidadora, de sembradora de semillas que llegarán a moldear las generaciones, si también el rol de crianza de nuestros niños es asumido con la misma equidad con la que se desean asumir otras actividades, seguramente estaríamos dejando generaciones más amables y justas.

Para terminar, deseo mencionar a Marlylene Patou-Mathis, prehistoriadora francesa, en su libro El hombre prehistórico es también una mujer (2022): “el paradigma naturalista de la diferencia de los sexos no solo ha provocado la diferenciación en el acceso al saber y su producción, sino que también ha marginado o demonizado a las mujeres que dominaban ciertos conocimientos (calificándolas a veces incluso de brujas)”

Y, al revisar la participación en la actualidad de la mujer en ciencia, por ejemplo, de acuerdo con Naciones Unidas, solo el 30% de los individuos que trabajan en esta área son mujeres y quiero mencionar acá el llamado efecto Matilde, definido por Margaret W. Rossiter quien habla del olvido consciente y sistemático que han sufrido las aportaciones de las mujeres científicas e investigadoras haciendo honor al nombre de la activista en pro de los derechos de las mujeres, Matilda Joslyn Gage, quien fue la primera en hacerse eco de este hecho (1993), basada en ejemplos de diversas mujeres que realizaban valiosos aportes a investigaciones, en las cuales trabajaban con hombres, y no merecían ser mencionadas como gestoras de dichos trabajos.

Finalmente, los hechos de mujeres iniciadas y no iniciadas en la masonería, mencionados, que además representan un porcentaje muy pequeño de lo encontrado, generaron en mí una sensación de emoción y motivación, pensando en el rol que puede jugar la masonería mixta, como facilitadora de la participación de la mujer en la búsqueda de sociedades más justas y gestora de sociedades equitativas y libres.

 

 

Es mi palabra.

 

L:.B:.L:.

M:.M:.

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