martes, 7 de marzo de 2023

Todas entre nos

 

Eva
Alberto Durero
Museo del Prado, Madrid

Muchos serian los motivos que podrían aducirse para justificar el espacio de la mujer en la masoneria, pero debo resaltar que son los valores fundamentales de los pactos colectivos y democráticos, los que en gran medida motivan esta iniciativa.

Podría empezar por un valor fundamental de la relación entre iguales, y es la honestidad, porque para ser honestos, tenemos una gran deuda con media humanidad, media humanidad de manera literal.

Para ser honestos, se ha desconocido el papel de las mujeres en los procesos vitales, sociales y políticos en toda la historia de la humanidad, con algunas aisladas excepciones.

Las mujeres, seres humanos con las mismas potencialidades que sus pares masculinos, fueron relegadas a roles secundarios y poco visibles, fueron casi infantilizadas y puestas al buen destino de sus cuidadores y proveedores de abrigo, alimento y afecto.

Para ser honestos, debemos tanto como sociedad que el solo hecho del reconocimiento se queda corto.

Nuestra constitución política, muy similar a las de los países occidentales de Europa y América del Norte, promulga hoy día la igualdad entre los seres humanos, una igualdad en derechos y oportunidades, sin distinción de sexo, de genero o de condiciones raciales o sociales.

Así que otro de los valores a resaltar en espacios como este, sería la igualdad, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres diversos, los mismos que deben ser garantizados para todos y todas. Una igualdad esquiva, que a veces solo toca los párrafos estériles de las cartas magnas, una igualdad que una no llega, una equidad de papel mudo.

Somos iguales, no en biología, no en fuerza muscular, no en hormonas, no en interconexiones cerebrales, no en amores, no en deseos, no en abrazos, pero si en derechos y en potencias intelectuales, si en capacidad de producir ideas, si en fuerza de espíritu, si en vehemencia para defender una causa.

Somos iguales porque cuando trabajamos juntos y juntas crecemos al unísono, nos volvemos mas poderosos como colectivo, construimos un amor que va más allá de las fronteras de las vicisitudes, somos ricos porque creamos la vida y porque la cultivamos como el bien más preciado.

Es el trabajo entre todos, mujeres y hombres, el que realmente es válido, porque lo hablamos con voz de mujer, con voz de niña, con voz de hombre, lo hablamos con respeto, con claridad y con la dulzura que solo el trato entre iguales consigue.

¿Porque deberia estar la mujer entre nuestras columnas? me preguntaron , y la respuesta la tendremos en el pavimento mosaico, en el cuadrangulo perfecto del templo, entre el sol y la luna, nuestra logia es el escenario perfecto de construcción de comunidad, de la sociedad del conocimiento, de interacción entre pares, de dignificación de los saberes y de reconstrucción de idearios.

Hoy queremos resaltar el rol de quienes han fortificado las murallas de nuestra logia, de validar el trabajo de quienes todos los días se levantan de entre sus miedos y los vencen para ser mejores, para que su familia tenga un mejor futuro y para que nuestro pais algún día encuentre una paz que se merece.


Es mi palabra V:.M:.

G:.G:.C:.

M:.M:.

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