Para empezar con esta
plancha, lo hago confesando que en varias ocasiones intenté sentarme a escribir
sobre esos tres puntos que cotidianamente puedo encontrarme en la lectura
diaria de documentos, y por más que quería hacerlo, siempre puse por delante de
mí una barrera académica que me decía ¿cómo es posible escribir sobre un tema
tan desconocido para mí?, ¿será que esos tres puntos si tienen una estructura
que los sustente?
Afortunadamente, la red
de la información hoy en día nos permite navegar en un mar de conocimientos al
parecer infinito, y ese trayecto, pude encontrarme con un guía que me permitió
comprender este tema tan importante y representativo para la Masonería mediante
triadas, que así no crean, están presentes en nuestra vida a donde quiera que
estemos, miremos o hablemos.
La calumnia de Apeles Sandro Boticelli Galeria degli Uffizi, Firenze |
Anotaciones sobre los
tres puntos:
“Los tres puntos
masónicos constituyen el más simple y perfecto emblema del ternario, es decir,
todo el ser, idea o fuerza simbolizados por el número TRES. (Subrayado propio).
Tres es Dios, vida,
verbo, luz. Esto es lo que expresa la palabra trinidad: el padre, el hijo y el
Espíritu Santo. El Padre es la vida y representa el poder, la fuerza, la
expansión. El Hijo es el verbo, la palabra creadora, la forma de lo que existe.
El Espíritu es la luz, no es la sustancia, el ser representado por el Padre, ni
la inteligencia en forma activa representada por el Hijo, sino es la propia
sustancia, la propia inteligencia y la luz producida por el Poder Infinito y
por la Inteligencia Infinita en acción, es por lo tanto infinita también. El 3
es el equilibrio perfecto entre la vida, el verbo y la luz.
Escogiendo ese
símbolo, junto con la Escuadra y el
Compás como distintivos de la orden, los primeros masones dieron prueba de
profunda sabiduría y del conocimiento del valor oculto de sus significados. Los
tres puntos sintetizan admirablemente la Unidad, la Dualidad y la Trinidad,
esto es, el grandioso misterio del origen de todos los seres. Esos tres puntos
están armónicamente juntos como Unidad en Oriente, como Dualidad en Occidente y
como Trinidad en las tres Luces de la Logia, en las Luces Mayores y en las tres
Luces Menores del Altar, en las herramientas que son necesaria para comprender
esas verdades que nos indican todos los símbolos y emblemas que adornan
nuestras logias. (Subrayado propio).
El punto superior, que
está hacia lo alto, representa el Primer Principio de lo Absoluto, de lo Único,
es el Gran Arquitecto en el cual existen originalmente todas las cosas. Es la
Suprema Realidad invisible que produce todos los seres. En él están resumidos
el pasado, el presente y el futuro. Los dos puntos inferiores son la imagen de
la Dualidad, los mismos dos principios representados por las dos columnas
situadas en la entrada del Templo y de cuya reunión resultan todos los fenómenos
del Universo. Cada uno de ellos es un aspecto diverso del punto superior, de la
unidad primera y originaria, que es siempre indivisible, aunque se muestre en
esa doble manifestación.
El punto superior
corresponde al Oriente y los dos inferiores al Occidente, pero los tres forman
uno sólo. Uniendo esos tres puntos tendremos un triángulo equilátero, símbolo
perfecto del equilibrio y de la verdad que resultan del conocimiento de la
vida, del verbo y de la luz. Cuando el neófito ve en Oriente el Delta Luminoso,
ve el emblema del ser, de la vida, en el centro del cual están las letras que
forman el nombre sagrado de Aquel que ES, que existe porque SI, el Eterno,
cuando el iniciado abre sus ojos a la Luz de la Verdad, no encuentra en el
templo nada que se relacione simbólicamente el número UNO, porque nada de lo
que es sensible puede representar la unidad. Nosotros solamente podemos
percibir la diversidad, la complejidad. Nada es simple en la naturaleza, todo
es complejo. La Unidad reside en lo íntimo de cada ser. Todo ser pensante tiene
la íntima convicción de que es UNO, de que es una unidad, aunque esté formado
complejamente por innumerables partes. Todos nosotros sentimos claramente que
somos UNOS, que en nuestra manera de pensar, sentir y actuar procedemos como
única persona.
Los tres puntos son
también para el masón el símbolo de lo justo, de lo bello, de lo verdadero,
emblemáticamente representados por las tres luces del candelabro que está sobre
el trono del Venerable Maestro. El neófito debe enorgullecerse de poder agregar
su firma los famosos tres puntos que representan también tres cualidades
indispensables al masón: sabiduría, voluntad e inteligencia. Esas cualidades
son absolutamente inseparables y deben existir en equilibrio perfecto en el masón.
Si no hay armonía en esas tres cualidades tendríamos un ser monstruoso. Si él
fuera solamente voluntad, será un bruto repleto de energía, pero sin amor, sin
inteligencia, pues la sabiduría implica el amor y el conocimiento. Si fuera
solamente inteligencia, sería un egoísta, un inútil, que solamente cuidará de
sus intereses, despreciando todo lo que no satisface a su orgullo. Pero si
fuera solamente sabiduría o amor, sería también estéril porque sus grandes y
generosas aspiraciones no serían puestas en acción por la voluntad ni
controladas por la inteligencia y por la razón. En conclusión, el verdadero
masón es el que posee el equilibrio, cuya armonía está representada por los
tres famosos tres puntos: Sabiduría, Voluntad e Inteligencia.
El Ternario, es también
motivo de profundos pensamientos para el iniciado, porque representa el
nacimiento, la vida y la muerte, siempre presentes en el espíritu del masón que
así normará su vida en el recto cumplimiento del deber. Simboliza la infancia,
la juventud y la vejez, tres fases terribles de la vida humana en la que el
hombre tiene diferentes obligaciones que cumplir y para las cuales deberá estar
preparado. No olvidemos la familia: Padre, Madre e Hijo, trinidad perfecta cuyo
equilibrio mantendrá también equilibrada la sociedad y cuyo desequilibrio será
fatal para la colectividad humana.
Simbólicamente el
Maestro de la Virtud expiró a las tres horas de la tarde, después de 33 años de
vida. Tres son los enemigos siempre presentes que procuran devorar al verdadero
masón: la profanidad, la superstición y la carnalidad. La primera escarneciendo
los misterios de la Orden, la segunda invirtiendo el sentido de nuestros
símbolos y la última volviendo al hombre semejante a los animales e
incapacitándolo para los pensamientos elevados y nobles.
El Maestro de la Virtud
sufrió tres violentas caídas en su marcha hacia el Calvario, a fin de mostrar a
sus secuaces que el hombre, aun el más perfecto, no resistiría el peso de su
cruz si no cuenta con el auxilio y la ayuda de sus hermanos. Eso viene a probar
la necesidad de nuestra más completa unión para que podamos servir de cirineos
los unos a los otros.
Los tres puntos
recuerdan al masón que él está formado de elementos animales, vegetales y
minerales y que para conservar el equilibrio de su naturaleza no debe olvidad
que ante el mineral y el animal hay un intermedio indispensable, el vegetal,
que debe predominar en su alimentación y en su vida, para que pueda gozar de
salud y de equilibrio mental. Los tres puntos enseñan al masón que debe ser un
hombre con Fe, un hombre con Esperanza y un hombre con caridad. Fe en la eterna
supremacía de la Verdad, Esperanza en el cumplimiento de las leyes supremas que
rigen el Universo y Caridad en el amor para con sus hermanos, hijos del mismo
Padre Supremo, originados del mismo Principio Creador. Los tres puntos nos
recuerdan también que el masón es un constante protector de la mujer que es
Madre, Esposa e Hija, representando los tres estados de su paso por el mundo y
sirviendo siempre a la creación, formación y sustentación de la raza humana.
Recuerdan también las tres razas fundamentales de la humanidad: la blanca, la
negra y la amarilla que, a pesar de su conformación diferente, expresan también
la unidad fundamental del ser humano, proveniente del mismo Principio Creador,
resultado del mismo poder cósmico que circunda el Universo.
Esos tres puntos
también nos recuerdan la flaqueza humana, que uno de los discípulos del Maestro
de la Virtud, Pedro, lo negó tres veces jurando hasta que no le conocía; así
tendrá el masón la certeza de que por grande que sea ésta no podrá nunca
confiar totalmente en la naturaleza humana que está sujeta a innumerables
flaquezas, debiendo por esto fortificar constantemente su voluntad y su virtud.
Los tres puntos nos recuerdan constantemente los deberes que tenemos con Dios,
para con nuestros semejantes y para con nosotros mismos. De aquí se desprende
el código moral de nuestra vida que así será siempre digna y correcta, pues Él
es el modelador del hombre virtuoso, bueno y prudente.
Y así llegamos al final
de esta breve pieza de arquitectura sobre uno de los más extensos símbolos de
nuestra Augusta Institución, pero siempre recordemos que ellos nos enseñan la
totalidad de nuestros deberes y al mismo tiempo la gloria de nuestra vida de
masones.
Tres logias formaron en
los tiempos modernos la primera Gran Logia, y dieron origen a todo el mundo
masónico en la actualidad. Los tres puntos son, por lo expuesto, un emblema
maravilloso capaz de ejercer sobre nuestros espíritus la más fascinante
atracción, elevando nuestro pensamiento hacia la Triada Suprema que sustenta el
Universo.”[1].
Vida, verbo, luz.
Padre, hijo y Espíritu Santo. Unidad, Dualidad y Trinidad. Las tres Luces de la
Logia. Las tres Luces Menores del Altar. El pasado, presente y futuro. La vida,
el verbo y la luz. Lo justo, lo bello, lo verdadero. La sabiduría, la voluntad
y la inteligencia. El nacimiento, la vida y la muerte. La infancia, la juventud
y la vejez. Padre, Madre e Hijo. Profanidad, superstición y carnalidad.
Animales, vegetales y minerales. Hombre con Fe, un hombre con Esperanza y
hombre con caridad. Mujer que es Madre, Esposa e Hija. Razas blancas, negra y
la amarilla.
Son sólo ejemplos de
triadas que imparten significado a esos tres puntos que cotidianamente
encontramos en el mundo profano cada que recibimos un documento o tenemos la
oportunidad de presenciar el momento en que alguien estampa su firma. Siempre
me pregunté ¿Qué significado tendrán esos tres puntos?, ¿Será que cualquier
persona puede plasmarlos en su firma?
Desde el punto de vista
de aprendiz, hoy puedo decir que ya no es igual la gracia que le encuentro a la
unidad, porque es íntima e individual, aunque en ella podemos establecer un
diálogo reflexivo con nosotros mismos. Que la dualidad impregna diferencia ya
que tenemos la oportunidad de escuchar otro punto de vista y confrontarlo con
esa reflexión que hicimos dentro de nuestra individualidad, pero la perfección
y la alegría llegan cuando encontramos ese tercer elemento que permite que todo
se complemente y encontremos una conclusión perfecta, una sinergia de esos tres
aspectos que acabamos de estudiar.
Hoy recuerdo una conversación pasada con la V:. M:., en la cual con pasión me explicaba el significado del número 3, y puedo confirmar que estaba en lo cierto respecto de su importancia en el ritual que como aprendiz he podido presenciar en las tenidas. Tres son las velas, los golpes que se le dan a la puerta, los principios que impulsan la logia (Libertad, Igualdad y Fraternidad), la veces que presiono la mano de mi hermano Masón para que me identifique. Ese tres, es perfecto y nos acompañará por el resto de nuestras vidas como masones, motivo por el cual esta plancha nos permite apropiarnos de su significado, mismo que no puede simplemente resumirse o materializarse estampando los tres puntos en mi firma como signo de pertenecer a una logia masónica.
Por lo que voy a
escribir puedo pecar, primero, por afirmar sin conocer, y segundo, por sugerir
sin antes haber indagado, pero quisiera que ustedes hermanos, dentro de su
individualidad se respondieran, ¿cómo Maestro, pongo los tres puntos en mi
firma habiendo interiorizado plenamente su significado?, ¿Soy consciente de la
responsabilidad al usarlos? Luego, como muestra de dualidad, y por la
importancia del tema, debemos compartir esas reflexiones y para completar esa
triada, hacer las conclusiones generales que surjan de discutir el tema.
Si en la vida masónica
practicamos el significado de los tres puntos, más que un signo de
identificación, son un emblema tatuado en nuestra conciencia para aceptar al
otro como hermano ya que compartimos y practicamos los mismos principios así
nuestras concepciones sobre ellos sean divergentes. Estamparlos en nuestra
firma, se convierte en un sello personal de principios, de integralidad humana
y de capacidad de ponerme en el lugar del otro, son una garantía de que quien
los usa, si bien conoce la individualidad, convive en la dualidad y vive para
la humanidad como tercer elemento de ese triángulo perfecto que se forma de su
unión.
J:.D:.O:.
A:.M:.
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