viernes, 1 de marzo de 2013

SOBRE LA CONSCIENCIA



Me encontraba con mis Hnas:. María y Mónica en uno de esos almuerzos que reivindican la amistad, que están a la orden de las sonrisas, las palabras impensadas, los recuerdos de pequeñas historias que hacen que el pasado haya sido un juego de cómplices, un alivio para el presente tan pasado por la velocidad de los hechos y de las diversas  situaciones que atañen a la vida diaria.

En el lugar, bajo una ventisca casi helada, en un comienzo de tarde laboral, unos cuantos platos de arroz en la mesa y varias bebidas, también se encontraba el caballero de hablar recio y de pensamiento académico. De pronto la conversación se tornó un poco más seria, dio un giro sicodélico hacia la filosofía de Plantón, el nacimiento del ser humano en el mundo y la epistemología de la razón. ¡Nada que hacer!, aquellos recuerdos del pasado leve se quedaban en las cucharadas frías del almuerzo, las sonrisas cómplices se cambiaban por argumentos de otros tiempos.

De pronto… ¡suas!... yo no tengo consciencia salta la tímida risa de quien no quiere a esa hora involucrarse en las profundidades del más allá y del más acá, solo perderse en risas y palabras altisonantes, en un pentagrama hecho de la más infantil e inocente curiosidad… 


- ¿No tienes consciencia? Increpó la voz del caballero recio, y ¿qué es para ti la consciencia? ¿Para qué sirve?...

¡Hora de buscar evasivas! Una risa más… una respuesta insulsa: ya la he perdido, a veces la pierdo… risas en la mesa y la gran tarea: el ensayo ante el cual debo responder a los interrogantes del hombre serio.

- Claro que sí. Tendrás tu ensayo en el escritorio, a primera hora, respondí aferrándome al deseo de seguir el juego de la hora de descanso.

Pero aquí me encuentro… dispuesta a responder pasado el tiempo de la inconsciencia a la respuesta de mi naciente amigo. Las chicas se fueron, las charlas leves quedaron en una promesa de noche de viernes al calor de un buen café y unos cuantos cigarros.

Yo frente al ordenador, pensando en la Consciencia, y aquí voy… 


¿Me conozco a mí misma?, no sé, durante algún tiempo he intentado como una aprendiza buscar respuestas a quién soy, pero cuando creo estar cerca, algo cambia que me sorprendo y me desconozco; he intentado reconocerme a mí misma desde mi actuar, desde mis valores, los que he aprendido y adquirido en el trascurso de mi existencia y que han estado seriamente influidos por las personas que me han rodeado, mis padres, mi maravillosa y siempre admirada hermana, los maestros, y un sin número de personas, cosas y situaciones que me han impulsado a asumir una posición vital en el trascurso de mis experiencias.

¿Podría yo decir que tengo consciencia?, he intentado buscar el bien como fin último del conocimiento adquirido, he utilizado la belleza y la fuerza para adquirir sabiduría, busco entre el pasado, entre mi pasado y el de mis ancestros una figura particular que me vincule con este espacio y este tiempo, que me lleve a la comprensión de mi misma, he buscado pasar de la Perpendicular al Nivel  tratando de razonar rigurosamente para tener el hilo a plomo, penetré en el cuarto de reflexiones y caminé hacia la cámara del medio; pero no puedo decir siempre que tengo consciencia; la mente humana no vibra solo en el plano de la razón, los sentidos y su capacidad de abstraer de ellos lo real y puro requieren de enormes virtudes y sacrificios, de quitarse las máscaras y de retar al inconsciente a través de la confrontación y la pregunta. 


¿Tengo consciencia? A veces, cuando mi espíritu se da cuenta de mis actos y me reconviene amorosamente; algunas veces, cuando actúo sin los impulsos de mi apasionamiento, en algunos momentos cuando me libero de los paradigmas y veo a las personas en sus reales dimensiones, no como yo las he idealizado, sino como son, seres de carne y hueso. En algunas ocasiones, cuando logro dejar de elaborar juicios a partir de los estereotipos y miro sin juzgar, con prudencia y respeto del otro. Cuando entiendo la dualidad y puedo vivir con ella, cuando me doy cuenta que la soledad y el silencio no son mis enemigos sino los consejeros más profundos de mi mente.

Encuentro difícil  decir que sí, algunas veces tengo consciencia, otras muchas no, actúo por instinto, por competencia, por referencia, por poder; es inevitable, no he llegado al nivel del gran maestro, pero sigo en el camino, en la búsqueda permanente del bien propio y colectivo. A veces soy más consciente que otras. Me he propuesto generar un pensamiento crítico que parta de la observación profunda de todos los hechos, desde todas sus aristas, me he propuesto ver mi naturaleza  y las de los otros para actuar con libertad y el conocimiento de los actos humanos. Me he propuesto asombrarme, crear, ser prudente frente a los actos que mi mente no comprende; he querido trasformar mi realidad y derrumbar el estereotipo. Busco descomponer la máscara para exponer la piel sin ocultarme. Solo eso

 


1 comentario:

  1. Excelente plancha..muy buen estilo y un gran aporte a nuestra propuesta.
    Una pluma exquisita !!!

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