jueves, 31 de octubre de 2013

Tolerancia

Lo usual al abordar cualquier tema, es definirlo. Y como tenemos una fuente de que beber, pues, fui como todo el mundo a la RAE, más que nada buscando que los sabios en el uso de la lengua estuvieran de acuerdo conmigo.

Primera acepción: ‘tolerancia’ significa “respeto hacia las opiniones o prácticas de los demás”, lo que implica, supongo, respetar también a las personas y sus creencias.

De los demas? en general y de primera mano consideramos que las opiniones y prácticas propias son las únicas buenas, y que todo cuanto se aleje de éstas (un centímetro o mil kilómetros, da igual), no merece ni siquiera ser considerado. Eso, allá en el fondo. Porque, en nombre de la tolerancia, lo que aparece en la superficie es la aparente aceptacion de los demas.

De otro lado, la puesta en practica del termino tolerancia y en su nombre, se autoriza el irrespeto, el insulto, la condena, la amenaza, el aislamiento de todos aquellos que no se arrodillan ante los dogmas que emergen o imperan en la sociedad. Tolerancia si, pero la que yo debo tener, castrando mis principios, por temor a que en su nombre los que tienen una opinión contraria a la mía hagan conmigo lo que anteriormente expuse.

En nombre de la tolerancia el Papa acaba de excomulgar un sacerdote por pertenecer a la masoneria. O deberia decir, en nombre de la intolerancia? En nombre de la tolerancia, o por temor a ella, debemos vivir en el anonimato? Creo qué quienes invocan este derecho, son aquellos que quieren abrogarse y perdonenme la redundancia, derechos que traspasan la individualidad.

La tolerancia como presupuesto fundamental para la construcción de una cultura de la democracia no debe interpretarse como la fundación de una sociedad permisiva donde no haya límites a sus libertades porque la tolerancia también tiene sus límites. Los míos, los tuyos, los de todos.

En primer lugar, la tolerancia tiene su justa medida. A nadie se le ocurre que haya que tolerar el robo, la violación o el asesinato. Ni nadie cree de verdad que imponer la ley o un sistema de autoridad haya de considerarse como una grosera manifestación de intolerancia. Si nos dejáramos llevar por esos errores, terminaríamos bajo la ley del más fuerte. Sería imposible establecer un sistema de Derecho o cualquier tipo de ordenamiento jurídico. Sería como la ley de la selva. No habría forma de vivir pacíficamente en sociedad.

Promover la tolerancia no es tolerarlo todo, porque es evidente que no se puede permitir todo. Por eso, ni siquiera el anarquismo más radical ha considerado la tolerancia como algo ilimitado, puesto que solo con imaginar un colectivo humano en el que todo debiese ser tolerado, es fácil comprender que sería un caos completo y absoluto.

La tolerancia debe tener unos límites. Una interpretación superficial de la tolerancia la llevaría a su ruina: al anarquismo, del todo vale.

Por ello, la verdadera tolerancia no se fundamenta en el anarquismo ni en el escepticismo, sino en una firmeza de principios que se opone a una indebida exclusión de lo diferente.

La tolerancia no es tampoco una actitud de simple neutralidad, o de cansancio intelectual, o de indiferencia, sino una posición resuelta que cobra sentido cuando se opone a su límite, que es lo intolerable.

La sociedad debe tolerar todas las manifestaciones culturales que profundicen en el reconocimiento y respeto por el otro, en las prácticas sociales, que fomente el pluralismo, el multiculturalismo y la ética y, debe tolerar todas las manifestaciones culturales y políticas donde la sociedad se reconozca a sí misma al reconocer a los demás.

Pero en nombre de la tolerancia la sociedad no debe tolerar los actos terroristas, la corrupción administrativa y las políticas antidemocráticas, porque ello sería negarse como sociedad que pretende fundar una cultura de la democracia en sus prácticas sociales o políticas.

La tolerancia considero, debe entenderse hoy como un principio ético más que como una norma jurídica, como una actitud del espíritu humano que se manifiesta en la voluntad política de los individuos, como una expresión solidaria y humana que habita el mundo, la sociedad y la vida, como un fundamento de la convivencia pacífica y como un ejercicio de la comprensión, la benevolencia y la condescendencia.

Quiero para rematar citar algunas expresiones de personajes importantes. Veamos.

Karl popper, considerado como uno de los más grandes filósofos del siglo XX, al respecto, en su libro La sociedad abierta y sus enemigos hace la siguiente referencia:

«Menos conocida es la paradoja de la tolerancia: La tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de la tolerancia. Si extendemos la tolerancia ilimitada aun a aquellos que son intolerantes; si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto como ellos, de la tolerancia. Con este planteamiento no queremos significar, por ejemplo, que siempre debamos impedir la expresión de concepciones filosóficas intolerantes; mientras podamos contrarrestarlas mediante argumentos racionales y mantenerlas en jaque ante la opinión pública, su prohibición sería, por cierto, poco prudente. Pero debemos reclamar el derecho de prohibirlas, si se necesario por la fuerza, pues bien puede suceder que no estén destinadas a imponérsenos en el plano de los argumentos racionales, sino que, por el contrarío, comiencen por acusar a todo razonamiento; así, pueden prohibir a sus adeptos, por ejemplo, que prestan oídos a los razonamientos racionales, acusándolos de engañosos, y que les enseñan a responder a los argumentos mediante el uso de los puños o las armas. Deberemos reclamar entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes. Deberemos exigir que todo movimiento que predique la intolerancia quede al margen de la ley y que se considere criminal cualquier incitación a la intolerancia y a la persecución, de la misma manera que en el caso de la incitación al homicidio, al secuestro o al tráfico de esclavos.»

Thomas Mann escritor autor de novelas universales tales com La montaña mágica, dice:

La tolerancia es otra palabra para la indiferencia.

Edmund Burke, escritor y político, considerado el padre del liberalismo-conservadurismo británico escribió:

La sumisión y tolerancia no es el camino moral, pero sí con frecuencia el más cómodo.

Albert Jacquard genétista y escritor francés, al respecto opino:

La tolerancia es una actitud ambigua. Tolerar es juzgar y considerarse muy bueno por aceptar al otro. Es necesario avanzar en otra dirección, tomando en cuenta como enriquecedoras las aportaciones del otro que difieren de las nuestras. Más diferentes, más ricas.

José Morales Manchego Ex Gran Maestro de la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia,con sede en Barranquilla.Diputado Gran Maestro de la Gran Logia del Norte de Colombia.Delegado del Supremo Consejo del Grado 33 para Colombia en el Atlántico, dice:

En la Masonería, por el contrario, la calidad de miembro se fundamenta en la tolerancia, que constituye el factor de unidad sin fisuras, que liga a todos los Masones por encima de los colores políticos o de los credos religiosos. En nuestra Orden, por principios, no se puede expulsar a un Hermano, ni impedir la entrada de un profano en razón a sus creencias o a sus ideas políticas.

Entendida como el respeto a las personas por el derecho que tienen a expresar sus opiniones en cualquier materia, la tolerancia hace posible el diálogo, el pluralismo y la coexistencia de principios disímiles, constituyéndose en la condición indispensable para la convivencia de los seres humanos en el ámbito de la democracia y de la libertad.

Según esta apreciación, toda persona tiene derecho a profesar cualquier credo religioso o a expresar su pensamiento, ya sea de carácter político o ideológico. Así mismo, tiene derecho a criticar todas las ideas que no comparta, sin ofender los sentimientos de las personas que las profesan, para lo cual es preciso omitir toda palabra vana, ofensiva o destructiva, que pueda irritar a nuestro semejante. En este sentido, la tolerancia no introduce restricciones, sino que establece condiciones para la expresión.

Por si acaso, y por acabar por el principio, o sea, por la RAE, me quedo con la última acepción del término ‘tolerancia’ que a la letra dice: “condición que permite que un organismo conviva con parásitos sin sufrir daños graves”. Los invito pues, a que seamos tolerantes a los parásitos y a no olvidar que la tolerancia es un crimen cuando lo que se tolera es la maldad.

MTRL
A:.M:.

Imagen Tomada de http://logiasigillum.blogspot.com



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