La moral se ocupa de la práctica del bien y la bondad
social, aspectos que están íntimamente relacionados con el carácter de los
individuos, de quienes se demanda una vida cimentada en el respeto por si
mismos y los individuos que componen su entorno – familiar y social en
general-.
Dependiendo del ámbito en el que tiene lugar el
comportamiento humano, la moral puede clasificarse en particular –o privada-,
íntima – o familiar- y social – o pública-; pero para efectos del presente
escrito, me ocuparé de la última.
La moral social se encamina al perfeccionamiento de las
costumbres humanas, haciendo posible la convivencia entre los diferentes
individuos que componente el tráfico social. Guiado por una moralidad universal
los individuos descubren y apliquen los deberes que surgen de las relaciones
que tiene con sus semejantes.
Los francmasones somos conscientes de tener una serie de deberes
individuales y sociales y nuestro ingreso a la logia acentúa esos deberes para
un grupo de individuos a quienes en adelantes llamamos hermanos, y no se limita
a aquellas personas con las que nos encontramos cada cierto período, sino que
abarca a todos aquellos que comparten el interés por el progreso de la
humanidad.
Siendo así, la moral debe ser una constante en la vida del francmasón, Pero ¿Cómo podría la moralidad tornarse en una práctica? Un
comportamiento se juzga como aceptable desde el punto de vista moral, de cara a
la contribución que genera para el mantenimiento de la estabilidad de la
estructura social.
Sin embargo, el término estabilidad no debe comprenderse
como el mantenimiento del statu quo, ni la preservación de costumbres y
prácticas anquilosadas; todo lo contrario, la moral social demanda de los
individuos una actitud crítica para determinar cuáles prácticas y roles
sociales se encuentran revaluados, de suerte tal, que pueda transformar la
realidad social en la que participa. Dicho de otro modo, para el francmasón surge un
deber adicional y es el de evaluar la realidad social para mejorarla o
intervenirla; ello porque entiende que el mundo es un conjunto de
personalidades, sociedades y culturas, del que es el primer eslabón y por lo
mismo debe estar comprometido con su renovación.
A la hora de determinar de que una costumbre en particular
debe ser modificada o mejorar, puede caerse en el subjetivismo del que Hegel
criticaba a Kant cuando este se refería a la moral, el francmasón debe utilizar
criterios orientadores que no son otros que la justicia y la razón. Las
reflexiones no deben reducirse a los espacios de los trabajos.
Es mi palabra,
JMR
Apr.·. Mas.·.
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