Los objetos cambian de apariencia para aquel que se halla en camino. Entiendo
que el recorrido de iniciación es intraducible e inexplicable, que solo puede
ser entendido en primera persona porque el secreto al que se inicia no es un
conocimiento del misterio en sí; sino la experiencia de la búsqueda de la propia
humanidad en sí mismo donde el Yo y no el Ego fragmentado, es lo relevante. Para
esto, recorreré en esta plancha el camino de la mano de ideas ya expresadas
desde antiguo, meditadas y repensadas por mí.
Mostraré lo que veo a mis hermanos
humanos y no pudiendo decirlo de otra manera porque soy mis ideas. George Martín
y Njördur Njardvik, grandes Maestres coinciden en expresar que en la Logia, los
objetos simbólicos son como puntos de referencia en un paisaje masónico que no
es familiar en el mundo profano. El Ritual es nuestra guía para descubrir
nuestro camino en el laberinto misterioso de nuestra realidad interior, que
puede ser usada según nuestra voluntad: conciencia, plenitud de ser, alma,
palabra suprema. Así, Francmasonería Mixta no es un nuevo culto pero si una
filosofía humanista que trabaja sobre el terreno humano y social. La orden
masónica mixta internacional Le Droit Humain, propone la paz entre los pueblos
de toda la tierra, la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.
Estos son los
preceptos de la Francmasonería Mixta que enseña la Justicia, la Tolerancia y la
Solidaridad. ¿Pero cómo llegar a esto? Desde el alba de las civilizaciones, los
seres humanos hemos encontrado al observar en el mundo circundante astros que
han servido de respuesta anímica a nuestras inquietudes míticas, mágicas,
religiosas, filosóficas o científicas. Entre esos astros, han sobresalido por su
visibilidad, proximidad y evidentes efectos, reales o imaginarios en nuestra
vida material y psicológica: el sol, la luna, el cielo, los astros, el fuego o
las constelaciones. En la antigüedad, descubrió la humanidad que estos astros
circulaban de manera regular y que su movimiento tenía repercusión en la manera
en cómo las cosas se desarrollaban aquí en la tierra: me refiero a las siembras,
las cosechas, la subida de las mareas, el clima o hasta en los humores del
cuerpo. Por ello o con ello, el hombre creó un dominio particular de saberes y
creencias, diseñó rituales y ceremoniales privados, descubrió dogmas y
estableció tradiciones dogmáticas; en definitiva construyó un secreto arte
hermético que le acercaba ciertas influencias cósmicas de astros como el sol, la
luna u otros planetas mediante ritos, ceremonias, imágenes y prácticas que no
podían ser públicas en templos.
De estos astros, quién ocupó un lugar
preponderante fue el sol considerado de manera antropomórfica y animista el dios
sol, un dios Henoteista (es decir, que existía y compartía su poder con otros
dioses mayores y menores) también llamado según las culturas hermanas de la
época: Shamash en Babilonia; Suria en la India; Orus, Ra y Amon, Atum-Ra en
Egipto; Utu para los Sumerios; Apolo y Helios en Grecia, Febo o Sol Invictus en
Roma; Inti para los Incas; Kinich AHau para los Mayas; Xué para nuestros
hermanos muiscas; Tonahtiuh o Huitzilopochtli para los mexícas; Lug para los
Celtas, Balder para los Vikingos; Saulé para los Bálticos; Adytia o Surya en la
India; Amaterasu para los Sintoistas; Kren o Kran para los Selkam de tierra del
fuego entre Argentina y Chile; Tamazight o Magec para los antiguos bereberes que
habitaron las islas canarias y Tenerife. En estas y cientos de otras muchas
civilizaciones y culturas pasadas establecidas desde el Neolítico, el Sol ha
sido fuente de calor, luz, vida, energía, esencia del bien, etc;
Estas
consideraciones históricas dieron origen a cultos mistéricos e iniciáticos que
veían al Sol actuando por ciclos en la tierra y en la vida; y también como
reflejo de la divinidad viviente pero en el mundo material; diferenciándolo de
otros ciclos establecidos por el hombre mediante la economía, la política y la
cultura. Así, el ser humano ha adorado a la naturaleza y sus agentes internos y
externos como dioses; convirtiendo esta adoración en fuente de todos los
sistemas teológicos, en una religión universal que es la expresión de las mismas
verdades arquetípicas pero vestida con diferentes ropas.
Sembrador a la puesta del sol Vincent Van Gogh Kröller-Müller museum |
Se entendió entonces que el Sol, el mismo dios con
diferentes nombres, establecía ciclos naturales de verano o invierno a partir de
los cuales la tierra daba sus frutos y la vida florecía o la misma tierra madre,
se silenciaba para fermentar la semilla. En este sentido se fue asociando con
eventos que beneficiaban al ser humano como la agricultura, la navegación, el
dinero o la circularidad del tiempo. Por ello, también se relacionó al Sol con
la esencia del bien, la regeneración o la transmutación de la vida por el fuego
en cada uno de los momentos cuando cambiaban sus periodos estacionales, también
llamados “puertas solsticiales” ya que indicaban salidas de tiempos y nuevos
destinos para los hombres y la tierra.
El dios Sol, fuerza y principio de vida,
fuego eterno que brilla en los cielos, es visto entonces como un “alma
inteligente” que se distribuye por todas partes del cosmos siendo la fuente de
la vida del hombre y la fuerza que anima toda la materia. Así, meditado este
fenómeno vital, esta alma distribuida en una gran variedad de cuerpos
organizados es la inteligencia distribuida del mundo, de la sustancia divina a
través de la cual la energía se manifiesta; razón por la cual se le convierte en
objeto de culto mediante fiestas religiosas y espirituales.
En estas ceremonias
rituales se le desveló y adoró junto a otras deidades mediante símbolos,
metempsicosis y palabras. Estos cultos solsticiales celebrados anual, semestral
o trimestralmente según el recorrido en 12 meses, palacios o signos zodiacales
al dios Sol y los dioses particulares, divinidades intermedias o planetas
astrales, indujo a ver al Verano como una puerta de entrada al infierno o a la
vida de los hombres y al invierno como la puerta también de acceso a su
contrario y complemento, puertas que han sido conocidas culturalmente como la
fiesta del solsticio; la edad de oro de Kronia o Kronos o Vestalia en honor a la
Diosa Vesta o Tierra y a las vírgenes Vestales; la Rosa Blanca Rosacruz; el
festival de Midsommar del comienzo de la vida plena; la evocación Janí dios de
la fertilidad y la suerte; el Astrofest o celebración de los astros y la
primavera; el Inti Raymi o regreso del Sol; el recibimiento de San Juan el
bautista; el círculo de Stonehenge; el anuncio de San Juan el Evangelista; las
velas escarlatas Scarlet Sails ; el paso de Giza; el baño de sol de Chichén
Itzá; la luz del gran Jaguar o Tikal o el paso del dios de las dos caras por las
puertas solsticiales, Jano.
Estas celebraciones llamadas todas solsticiales,
consagran y conmemoran la primavera de la vida, la fuerza alquímica redentora
del Espíritu universal o la fiesta de Jesús el Cristo enseñan que se nace en
cada invierno, se desarrolla y crece en cada primavera, y se alcanza la plenitud
en cada Verano; un ciclo en el que se toma la gran iniciativa y la dirección
absoluta de la vida. Esta alegoría solsticial se fundada en la historia de Hiram
Abiff, arquitecto del mito solar y guía de la evolución del alma humana. El mito
de Abiff, es visto desde afuera por muchos como una exposición pintoresca de una
realidad, pero no deja de contener una verdad que solo puede ser interpretada
por iniciados, es decir por aprendices virtuosos bajo la tutela de un Maestro
del misterio.
Este contiene realidades no accesibles por la razón de los
antiguos misterios ocultos y secretos del espíritu universal: el logos eterno,
el dios sol, el Cristo, el Iniciado, el Héroe, dl Arquitecto, el principio
oculto tras la leyenda, la alegoría y el mito que son en nuestra perspectiva
masónica la memoria de las diferentes tendencias filosóficas y religiosas de la
humanidad. De esta forma, la leyenda solsticial se transmitió con ceremonias de
iniciación simbólicas en la antigüedad y se fueron creando secretos ocultos que
con el tiempo fueron conocidos con el nombre de misterios. Estos existían al
margen de la adoración popular que se nutría de letra muerta y de las vacías
formas de las ceremonias esotéricas celebradas por no iniciados. Así, esta
sabiduría antigua ha sobrevivido al paso del tiempo, los misterios se
representaban bajo la dirección de los grandes Iniciados dirigidos por los
Epoptai o dioses encarnados, reyes o avatares divinos que comunicaban toda la
sabiduría simbólicamente, dando forma así a una ciencia sagrada que contenía los
secretos de construcción del universo y de la finalidad de la vida humana, de la
naturaleza de todas las cosas tal y como son en sí. Así lo enseñaba el
Hierofante que conocía los misterios solsticiales de Eleusis porque los heredó
del primer Logos, del primer Arché, la primera Phisys conocida.
Es mi palabra
JAMM
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