El misterio del solsticio, ayer y hoy, enseña y lleva a buscar la transformación del estado dialéctico de la propia existencia para pasar del estado natural del pensamiento a el estado divino original. Si bien de la vida dialéctica no puede uno escaparse, es imposible que sea de otra forma, el heroísmo de la vida dialéctica está ahí para purificar el fuego impuro, para hacer al hombre sabio, es decir moral y justo, para desarrollar en él una inteligencia infinita y una sabiduría ilimitada.
Pero ¿Cómo hallar esta
incógnita ecuación del universo que todos los hombres y mujeres por naturaleza
buscan?, ¿Cómo ascender el camino dialectico y entronizarse en el reino del
espíritu?, ¿Cómo actuar sí somos, sí como humano soy imprevisible, inesperado y
constituido de fuerzas y debilidades al mismo tiempo? Encuentro que para hacer
este aprendizaje han existido muchos modos, maneras y caminos y al final todos
se resumen en lo que el símbolo como ideal, representa y concibe. Hay que tocar
fondo en el estado de la Nigredo Alquímica; es decir, tomar conciencia de la
separación espiritual a la que está sometida la materia corporal y seguidamente rebotar hacia la luz
de la Conciencia Universal mediante el Albedo, es decir el renacimiento y la
introspección. Entiendo que no se trata de disfrazar o convertir la misteriosa
realidad exterior en conciencia interior; sino en volver a trenzar con hebras
nuevas la Red de Indra que se esconde como leyenda en el mundo arcaico del
subconsciente. Esto se ha dicho en nuestra tradición masónica y hermética de
muchos modos y en muchas lenguas: Superar la sombra, atravesar la noche oscura
del alma, confrontar lo inconsciente negativo, animal y depredador, perder el
ego, invertir el magnetismo del inconsciente. El objetivo es saber, entender y
comprender que la materialidad del universo, está animada y se mueve bajo la
forma de un gusano que se arrastra, de un pájaro que vuela o de un humano que
camina. El objetivo es anular el error del pasado de forma paulatina,
progresiva y sistemática, transfigurando cada error evolutivo mediante la
construcción del nuevo templo del hombre original, integrándome al campo de
fuerza, al Egregor racional y libre de mujeres y hombres justos y buenos,
participando del nuevo proceso del hombre vital, demoliendo la antigua casa,
construyendo sobre el templo del Yo y suprimiendo toda culpa escondida en la
mente inconsciente, descubriendo al maestro tejedor que habita y es la mente.
¿Qué buscar entonces sí el
pensamiento, que está dentro de nosotros es la divinidad que da forma a
nuestros destinos? Hay que buscar, meditar y reflexionar la instrucción sobre
el nuevo tipo hombre y la esencia de la nueva vida. La enseñanza, la perfección
vital, la comunión con los hermanos y seres de todos los tiempos pues no hay
judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer como dijo Pablo de
Tarso. Hay que buscar mantener y transferir la antigua tradición mágica y
mistérica de la verdadera comunidad de los aprendices e iniciados de acoger el
espíritu de la renovación para manifestar todas las virtudes, sintonizar con
los dones divinos o solares producidos por la conciencia del universo, la mente
de la materia, el espíritu de las cosas.
Amanecer en los andes Alejandro Obregón |
Se que todo está a disposición
de quién edifica unido en la cadena de la fraternidad para ser recogido.
Dirigir el nuevo espíritu al Cenit de la libertad, la igualdad y la fraternidad
universal mientras se supera el nadir de la vida dialéctica. Este ascenso,
exige permanecer en la vigilia de la atención, en la lucha cotidiana que debe
librarse para construir un mundo justo, libre y prospero que fundado en
verdades arquetípicas universales de todos los tiempos continúe la obra del
maestro Fundidor del fuego del Esplendor Hiram Abiff; quién se regenera en todo tiempo siendo el
dios Adonis muerto; Pitágoras proscrito; Osiris asesinado; la diosa muerte que
muere por los nuevos nacimientos; Orfeo despedazado, Jesús Crucificado;
Giordano Bruno condenado y ejecutado o
Jacques de Molay traicionado y quemado.
Estuve leyendo y meditando,
muchos menos de lo que hubiese querido, por las circunstancias de la vida
profana y una pregunta seguía inquietando espíritu ¿Cómo hacer este
renacimiento solsticial sí a menudo es posible que vea sólo en el símbolo, en
los símbolos, alusiones éticas o enseñanzas morales? Pues entendiendo que más
que esto, los símbolos son la Luz Solar Blanca que se descompone en un color
diferente en cada alma; y que para hacerlo debe ir acompañado del silencio,
virtud fundacional del iniciado. ¿Por qué el silencio? A decir de Maestro
Carlyle, el Silencio es el elemento en que se plasman las grandes cosas para
salir a la larga a la luz meridiana de la vida completamente moldeada y
majestuosa. ¿Por qué en silencio? porque hablar es muy a menudo el arte de
ocultar los pensamientos. Hablar es el modo de suspender y sofocar la reflexión
y la razón. Porque el habla es medio temporal y el silencio es un viaje eterno.
Por esto el silencio es el
eterno deber del hombre iniciado. Con el silencio el alma se aísla de los
sentidos, acalla sus pasiones, se contempla a sí misma y se transfigura en los
símbolos. Con el silencio el alma atrae aquello que secretamente alberga, por
ello no atraemos lo que deseamos sino lo que somos. Es por esto que el símbolo
que es una encarnación y revelación del infinito, asimilado en silencio se
funde en lo finito, para hacerse visible y cognoscible y guiarnos a todos. El
hombre vive, trabaja y existe en y por medio de símbolos. La palabra, la
lengua, los números, las ideas, los conceptos, las imágenes o las
representaciones son símbolos que nos hacen dichosos o desventurados. Así, los
símbolos están ahí para que el hombre se revele a sí mismo mientras los
descubre. Descubrirse a sí mismo es vivir una vida poderosa, sabia y serena. De
tal manera, que siendo guiados a través de símbolos todo lo que el hombre hace
es la visible encarnación de su pensamiento; sus acciones provienen de las
ideas o semillas que contempla, y estas a su vez, crean las circunstancias en
las que vive. Los actos del hombre, son la revelación de la fuerza mística que
le otorga el evangelio de la libertad, tan real como simbólico. El pensamiento
y la acción son los carceleros del destino o los ángeles de la libertad.
La polisemia inagotable de los
símbolos, comunican un significado manifiesto y latente, aparente y oculto más
allá de la moda del pensamiento de cada época, siglo o era. Es decir, el
simbolismo es permanente, es un acto intencional de la conciencia y se funda en
la esencia de la cosa en sí, que por su naturaleza es incomunicable. Sin
embargo, su interpretación es diferente en cada época y para cada hombre, es
producto de la exaltación de las virtudes individuales y sociales que
experimenta interiormente el ser espiritual de cada hombre. Estos, los símbolos
como el dios Sol o la diosa madre, abren las puertas de la comprensión de
verdades que se ocultan en las formas. Así tal y como escribe James Alllen ahí
reside la absoluta y justa Gran Ley: que la vida del hombre ha sido ordenada
con justicia, que todas las experiencias pasadas, buenas o malas son el
resultado equitativo de la acción de su ser poco evolucionado aún, pero en
constante progreso hacia su perfección.
De esta forma todo hombre es
más que cuerpo y alma, es el Logos que continúa derramando vida por todo el
universo crucificado en la cruz de la Materia. De tal suerte que, instruidos por el héroe del mito solar, por
Mitra, Horus, Freyr, Bacio, Adonis, Jesús, Huetsilopochtli o el maestro De
molay, después de haber nacido de la virgen cósmica en la materia, estamos
convocados a renacer en la primavera, donde reside el germen fecundante de la
vida y del espíritu, atravesando las etapas del sendero: purificación,
iluminación, y unión; vigilando el pensar, el sentir y el actuar,
identificándonos con la vida y no con las formas, convirtiéndonos en un niño
“si no os hacéis como niños, no entrareis en…”, vendiendo los bienes del ego
que cautivan a nuestro corazón, viviendo como el héroe solar que habiendo
nacido una y otra vez en la caverna platónica, mística y virginal debe salir a
lo largo de su vida para acercarse a los peligros y tinieblas, a la ignorancia
y la injusticia, a la pobreza y a la carencia y poder así fortalecerse en
sabiduría y poder hasta que alcance la segunda iniciación, el bautismo de
espíritu, el camino hacia Jerusalén, el baño de fuego, el descenso a los
infiernos de la soledad y el abandono, la muerte en la cruz; es decir, hasta
que logre hallar la justicia oculta que gobierna la vida; conducirse por el
orden y no el caos; pulir la piedra bruta; progresar en el conocimiento humano
que es la esencia de la búsqueda masónica; trabajar en el perfeccionamiento
moral y espiritual, individual y colectivo; en el poder y no la debilidad, en
la libertad, igualdad y fraternidad, en el sacrifico por la humanidad como lo
hicieran Querzalcoalt, Mitra, Baco, Dionysos, Baldur, Bal/sab, Esculapio,
Jaciento, Mardue, Jesús, Bel Merodac, Buda o los grandes Maestros.
Acepto que al igual que la
luna atravesamos fases de vacío para ser llenados nuevamente. Somos iniciados
inspirados en la espiritualidad de una regla y en la libertad de pensar para
unir lo disperso de la sociedad, para desarrollar el individuo que nos
constituye y la comunidad que nos alberga, para integrar la reflexión en la
acción social. Estamos aquí para emanciparnos juntos; para entender que no hay
dogma o consigna que se deba imponer; para hacer el esfuerzo de construir el
edificio de las propias convicciones, para construir templos que se eleven con
la luz inconformista, revolucionaria y permanente de la dignidad de la persona
humana; para rechazar los extremismos, los fanatismos y las injusticias, para
no retroceder ante el sacrifico por los demás, para poder realizar el anhelo
del corazón humano: ser la voluntad del Ser, la conciencia del universo.
Es mi palabra queridos
hermanos.
JAMM
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