Cada cual carga sus
cicatrices. Unas más profundas que otras, pero todas por igual son
el relato de los malos pasos, caídas y aventuras desquiciadas. Cada
cicatriz puede ser el detalle de un amor torpe, de itinerarios detrás
de los aromas y de la carrera desmedida hacia los espejismos. Codos,
rodillas y egos no escapan a los rasguños que dejan huella en los
tiempos de los triciclos y los escondites. Algunas raspaduras llegan
a confundirse con las arrugas o se rellenan de olvidos con el paso de
las lunas. Otras, menos evidentes, quedan grabadas en una piel que no
cambia y sólo cuando vuelven de improviso, dejan relucir sus
zurcidos. Las cicatrices son también esos recuerdos de batallas que
para algunos reflejan la luz de la victoria y el coraje, y para
otros, el dolor de los desplomes desde las alturas. Tener una
cicatriz puede ser el signo de un buen aprendizaje, y no tenerla, la
intención de vivir sin molestias. Rasgaduras individuales que están
a la orden para abrir los respiros de los días y, de vez en cuando,
recordarnos que las heridas no se cierran, que se van haciendo
huecos, que se van quedando en llagas. Pero hay alguna cicatrices que
van calando de manera tan silenciosa que sabemos que existen, que no
se sienten hasta que revientan por dentro o se convierten en una
segunda piel de la que nadie se percata, rondan el aire, los
territorios y los gestos; van quedando pegadas a las palabras, a las
ideas y a los sentimientos; se reproducen como actos de inconciencia.
Señales que otros y desconocidos van dejando en el cuerpo y en las
ilusiones.
Pero que seria de nuestras
vidas sin correr el riesgo exquisito de vivir, de amar y de correr
como locos detrás de los colores y los sabores, detrás de mil
ilusiones que por difíciles que parezcan, no dejamos escapar sin
antes darles una pequeña mordida.
Las cicatrices son
pequeños trofeos de las almas temerarias. A veces, cuando no hay
ungüento que valga, hay que hacer lo que esté al alcance de cada
cual para tomar aliento y enfrentar el próximo reto aunque esto
implique llenarse de marcas las manos y el alma.
MM:. SV:.
MM:. SV:.
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