Para
la construcción de este Tr.•. tomé como punto de referencia uno de los
capítulos del texto “El taller, el templo y el hogar” de William Ospina,
denominado “El cuarto elemento”.
En
sus primeras páginas este autor reflexiona sobre la idea de desarrollo,
asociada a la disponibilidad de bienes y servicios para el consumo, y muestra
como en este contexto los valores entran en crisis y se pierden aquellas
costumbres que nos conectaban con nuestra humanidad; de alguna manera nos envía
el mensaje de que estamos concentrados en pequeños espacios, pero somos más
distantes y nos falta calidez; por lo que nos invita a entrar en contacto
nuevamente con aquello que resultaba sagrado en otros momentos.
Luego
de ello, y podría pensarse que de manera desarticulada, empieza a hablar del
agua, un elemento sagrado y camaleonico en el que tienen lugar múltiples
historias, la herramienta principal en algunos ritos, el tema de discusión de
diversos saberes, y por supuesto el elemento que garantiza la vida como la
conocemos.
Pero
tal vez lo que más rescata este autor de este recurso es su versatilidad; puede
encontrarse en los diferentes estados de la materia – sólido, líquido,
gaseoso-; transita por este mundo de los océanos y los rios a las nubes más
tupidas; y puede ser tranquila y refrescante o puede ser implacable y
destructiva. Sin embargo, este autor la identifica como maternal, fraternal y
hasta amistosa.
Peña Bonita, Parque los Nevados Serie"El canto de Pindaná" Valinore |
El
agua así vista no se diferencia mucho de la naturaleza humana, capaz de los más
grandes actos de bondad, compasión y amor; pero también de los más crueles y
vergonzosos.
Pero,
¿qué es lo que hace que, como el agua seamos fuente de gozo y tranquilidad o
tengamos un carácter demoledor? Podríamos decir que somos el producto de
nuestro entorno, que la vertiginosidad del mundo, del día a día, hace que
optemos por uno u otro extremo.
Pretendemos
sincronizarnos con el devenir social, buscamos la manera de encajar, de hacer
parte de, de conectarnos con el mundo; pero lo cierto es que, tal y como lo
refiere el autor, hemos desconectado con nuestra humanidad. Debemos tomar del
agua su capacidad de cambio, sin que ello implique que todo cambio sea bien
recibido.
Debemos
transitar por el mundo como el personaje de la canción “Hasta Cuando” de Javier
Vásquez, “recordando a su tierra” – sus origenes-, y comprendiendo que este
“mundo es prestao”.
Hay
que descubrir la esencia y todo aquello que nos define para que los cambios no
sean un desconocimiento de lo que somos.
Es
mi palabra
J
M R
Apr.•.
Mas.•.
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