El futuro
hace parte de las fugaces visiones de los hombres y de las
sociedades. Es una idea, una metáfora, un camino difuminado que
vemos perderse entre los velos de la imaginación. Hablar del futuro
de alguien o de algo es solo una especulación, un prospecto de
vaticinio que tiene tintes emocionales con una gran carga de deseos y
sentimientos. Las ciencias creadas por la humanidad apuntan a tener
opciones seguras en diferentes aspectos, la comodidad de una
proyección en aras de mejorar la calidad de los horizontes, es una
apuesta a la que todos queremos ir, pero que no tiene estrategias
infalibles o formulas mágicas que aseguren que los conceptos
presupuestados se cumplan como una regla de la matemática, la cual
incluso podría llegar a ser tan relativa como la misma existencia.
Hoy nos
enfrentamos a una época acelerada, digital, virtual e impersonal,
que hemos adoptado a fuerza de necesidad y gracias a una evolución
exponencial de las posibilidades de nuestra realidad. Los masones
transitamos en la modernidad de un presente dinámico que varía
según las tendencias económicas, las movilizaciones sociales y un
ambiente de globalización, donde las fronteras geográficas se
mantienen, pero las humanas son cada vez menos claras.
Hacemos
parte de un futuro diseñado en el siglo XX , que no se parece en
nada a los seres vestidos con atuendos brillantes , con antenas en la
cabeza y con poderes telequineticos que mostraban las películas de
los años 50 y 60. Por el contrario, en nuestro flamante siglo XXI,
encontramos al interior de las logias a unas personas vestidas de
color oscuro, con bandas, mandiles, caduceos, espadas, velas,
candelabros y finos lenguajes, más acorde con el siglo XVIII que
con la época de la red mundial de información y la volatilidad de
las tradiciones. No obstante, nuestro trabajo basado en la
ritualistica y la simbología continua tan vigente hoy, como hace
tres siglos atrás, es una cuestión de evolución y de adaptación,
las mismas que han garantizado la supremacía de la especie humana y
que nos han tocado por características innatas, aunque cada vez
mejor aplicadas a los retos de la modernidad.
Nuestro
futuro como método y estrategia, se ve cimentado en la riqueza de
una tradición iniciática que tiene múltiples orígenes y que
comparte conceptos con el desarrollo de la civilización
contemporánea y su interacción con las diversos entornos en los
cuales se aplica. Pero ese futuro depende en gran medida de un
presente bien aprovechado y de nuestra capacidad de transformación,
dando forma a una propuesta de trabajo simbólico aplicado a las
condiciones reales y actuales de los miembros de la orden, así como
a la realidad social y mundial que nos envuelve.
Los trabajos
masónicos deben conservar su gran fortaleza simbólica y nuestros
rituales deben ser el complemento de la ejecución profana, donde el
espíritu humanista cultivado en logia, se expresa como una sinfonía
de saberes, sentires y acciones en torno al progreso de los seres
humanos, incluidos nuestros propios hermanos.
La época
contemporánea exige la versatilidad de las ideas y la innovación de
las relaciones. Somos el resultado de un crisol de conocimientos, de
un sin fin de promesas y de un número infinito de palabras, que no
son más que la expresión de la necesidad constante de los seres
humanos por trabajar juntos entorno al calor de la confianza y de los
ideales comunes.
Nuestra
orden, hoy en día es el futuro de la masonería tradicional, nuestra
propuesta de inclusión social , de género y de libre pensamiento,
la laicidad con respeto y tolerancia, así como nuestra tendencia
fraterna, hacen juego con la heterogenicidad de los métodos de la
civilización actual. Nuestro presente cambiante y modulado debe ser
la fortaleza donde se cimentan las bases de aquel futuro incierto
pero con buenas perspectivas.
La
francmasonería moderna exige un presente digno de su pasado, nuestra
orden debe continuar en su ascenso de la búsqueda de la verdad y de
un mundo más justo, más humano, más libre y más tolerante con la
diferencias de cada cual. Tenemos un futuro por construir, donde las
piedras pulidas van a ser acomodadas, no por las llanas y los
palustres de los obreros calificados, sino por las hábiles manos de
seres que evolucionan con el cambio y que se adaptan permanentemente
a su entorno.
Seg:.Vig:.
Resp:. Log:. 1545 Jacques de Molay
Or:. de Pereira - Colombia
Seg:.Vig:.
Resp:. Log:. 1545 Jacques de Molay
Or:. de Pereira - Colombia
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